Sangrienta Malvenida ha llegado a el inframundo y de una patada ha abierto el Tartaro, liberando toda clase de escupitajos de sinceridad, disparates encerrados por una eternidad, luces y sombras de historias contadas que jamas fueron oídas. Sangrienta Malvenida le ha dado una oportunidad a toda ese mundo encerrado entre Occipital y Frontal, Parietal y Temporal. Ese mundo caótico deseoso de adquirir vida propia, acaba de hallar una nueva oportunidad. Sangrienta Malvenida no sabe que lo ha hecho, pero lo ha hecho.

Aquí empieza la función!

Bienvenida Sangrienta Malvenida

lunes, 28 de enero de 2013

Segundo Movimiento: Sexta Parte

Por: Prometeo


-¡Levántate!-

Era la voz de Sofía, lo sabía. Abro la puerta, y la veo parada, con dos bandejas con comida que colocaba sobre la mesa. Llevaba un vestido negro increíble, se veía tremendamente radiante, parecía casi que brillara.
Se sienta en la mesa y me mira severamente

-Me he enterado de que estas bajo tratamiento.
-¿Qué?- Tenías que joderla, si hasta ahora ibas de puta madre. En vez de quitarte el vestido, has preferido hablarme de ese imbécil.
-¿Yo? No ¿De adonde ha venido eso?- le dije mientras tomaba un par de palillos chinos y abría una de sus cajas- Ya sabía yo que no venias simplemente a verme…
-No sacas nada con negarlo, conozco al psiquiatra, es un amigo de mi…-Hizo una pausa miro hacia abajo y escondió los labios- Estoy aquí más que para verte, estoy aquí para ayudarte.
-Yo no te he pedido ayuda
-Pues, estoy aquí de todas formas…

La miro y no se identificar como me siento.

-¿Y cómo se supone que me vas a ayudar?
-Tienes un tratamiento que no estas siguiendo  (Si, lo sé, podría ir a tu habitación y pillarme una botella de whisky vacía, o casi vacía, con facilidad), mi rol será ayudarte a seguirlo-
-Joder, vienes a traerme la ley del psiquiatra ¿Es que te interesaste por la carrera de poli también?
-Me interese por ti, algo que ni tú haces para ti mismo, por lo que veo- me dijo mirándome, ofendida.
-Me estas manipulando, siempre lo hacías, ya lo puedo ver – le digo- vas a convencerme con ese tipo de cosas para que me llenen de pastillas y me vuelvan un puto zombi andante-
-Quiero que estés bien, no tenemos por qué seguir al pie de la letra lo que dice el tipo, veremos qué es lo más adecuado para ti según se vaya dando- me dijo sonriendo.


Quizás pueda poner algo de mi parte en el tratamiento, a veces no es fácil soportar todos los síntomas que se han presentado, debo confesar que no es solo la irritabilidad, algunos problemas de sueño, o más aun, las lagunas mentales. Quizás, sin los diversos extraños episodios, pueda estar más listo para patearle el culo al mundo.


-¡Maldita! Sabía que lo harías…-le dije mirándola
-¡A veces me cabreas tanto!- me dijo seria
-También, aunque son más las veces que no quiero que te me arranques…

Se ha sonreído y ha mirado para abajo. Quiere evitar el asunto, lo noto. Pero yo tampoco voy a dejarla regalada, así que, que se acostumbre a sonreír mirando para abajo, al menos, hasta que ceda, si es que cede. Puta comida china con carne y toda la mierda de sodio (que me encanta), tendré que masticar una jodida lechuga.

-Empecemos por lo principal, debes pasar por el tiempo de abstinencia para clarificar. Quizás sin darte cuenta te pasaste y te zambulliste, quizás lo empezaste a necesitar.
-Joder, Sofía ¿Es que me quieres matar?- le respondí- ¿te tragas que todo sea producto de volverme un poco drogata?
-No estoy seguro de que es todo, para ti…-
-Lo sabrías si no te hubieses ido…- El anterior era de preparación, ahora empieza el primer round. Golpe.
-Lo más probable es que hubiésemos tenido que ir los dos al psiquiatra – golpe de vuelta
-O que ninguno tuviese que ir…- ¡Pero que gancho!

Ha mirado para abajo otra vez, molesta, mira alrededor de la habitación. Está hecha un lio. Hay botellas vacías por diversas partes, además de sangre seca por cortes con botellas que rompí. Por diversos lugares se ven colas de porro, y solo un lugar, la mesa pequeña, esta sin polvo. Había que tener un espacio mínimo para no irritar tanto la nariz, si me explico al buen entendedor. Snif.
Parece que termino el primer round (O ¿Habrá sido un knock-out?), esta pensativa y silenciosa. Esta casa fue su casa también, jamás había llegado al estado en que estaba el día de hoy, en caos, desorden y deterioro higiénico. Parece no estar muy segura de que decir, pero algo quiere decir. Parece que empieza el segundo round.

-¿Es que no ves que estas hecho un desastre?-me dijo sin mirarme. Se lanza
-¿Y es que tú no ves a todo lo que renunciaste? ¿De verdad fue tan fácil acostumbrarse al dinero y la comodidad en la maquina?-Golpe de vuelta.
-Es mejor que las ruinas que eres tú, en este instante- Uff ese dolio. 
-Dime que no amaste vivir todo lo que vivimos aquí…- Cubrirse

Mira hacia abajo, luego alza la mirada,  clavándome sus ojos de lleno en los míos. Me invadió por completo, he quedado indefenso.

-SI… -¿El mejor SI? No, pero si el tercero. Me había llenado de miel otra vez, ya no me sentía como una frágil máquina, sino como un animal, vivo.
-¿Y por qué te fuiste? ¿Cómo es posible que algo tan alto muriera así como así, de la noche a la mañana?- Un golpe torpe
-No fue de la noche a la mañana… nos empezamos a hundir, poco a poco...-me dijo con tono controlado- siempre pensé que había algo que te preocupaba y que no me lo decías, siempre pensé que había algo que de verdad te importaba y no me lo quisiste mostrar…
Era verdad, jamás quise hablarle de los sueños de Sangrienta, el asunto hasta para mi aparecía extraño, y, no sé, quizás podría por alguna forma generar conflicto. No quería que se alejara, me dejo tirado y perdí ese sostén, aquel que resistía el peso de mi cordura.
-¿Me equivocaba al pensar eso?- dijo, mirándome. Y me remata, parece que me va a ganar el round.
-No…-dije mientras sostenía con la mano mi cien.- Más que cualquier cosa…no estaba seguro de cómo lo verías.-(cubrirse)
-Nunca estas seguro… - Golpe, sabía que venia
-Contigo, siempre- Miren ese gancho señores, me recupero
-Entonces te falto decisión. Quizás si hubieses prestado atención a algunos detalles importantes, nosotros ahora estaríamos celebrando un jodido aniversario, o algo como esa mierda- Golpe directo
-Ahora tengo esa decisión-“A ver qué me dice después”
-Quizás ahora ya es muy tarde...-me dijo mirando para el suelo. 

Ha ganado el puto round. Me ha jodido, como de costumbre. No entiendo cómo puedo caer con tanta fuerza en el engaño de la especie, y esta focalización persistente en ella. Algunos simplemente pasan página y punto, me da a pensar que se leyeron la página a la rápida, y a medias. Bueno, más allá de ese esquema, estoy en la constante necesidad naciendo de lo primitivo, por ella, y con el resto apenas se digna a mirar. No esperaba todo esto por recoger el pequeño collar en la calle, aunque, es necesario que lo diga, no me arrepiento jodidamente de nada.

Me siento en una silla, como abatido emocionalmente, sucumbido ante la figura de Sofía, otra vez. Mastico una hoja de lechuga y Sofía me mira raro

-Te traje comida y te comes una lechuga. ¿Lo haces para molestarme? –Me dijo sonriente- al menos ese niñito sigue ahí, me da la esperanza de que…-comienza a jugar con los palillos chinos.
-De que…-
-Quizás podríamos distinguirlo bien cuando te recuperes.-me dijo, mientras comenzaba a comer- ¿A que viene el rollo de la lechuga?
-Nada, estoy evitando el sodio y la carne por un par de semanas- le dije, no quería mentirle, pero tampoco quería contarle lo de “Los Maníacos”.
-¿Y eso para qué?-
-Exámenes-
-Exámenes de…- contra las cuerdas, me lo va a sacar.
-¿Te dije que estas radiante el día de hoy?- una evasiva torpe.
Se ríe y mira hacia abajo. Avanza- ¿Por qué evitas el asunto? ¿Qué es lo que no me quieres contar?
-¿Y tú porque miras para abajo una y otra vez, y evades cada cumplido?- le dije, mi evasiva conducía a su evasiva, retomo terreno, ya no estoy contra las cuerdas.
-Por qué se te ocurre actuar siempre tarde… Y ahora, esas lindas palabras solo pueden hacer daño.- dijo mirando hacia abajo. Golpe.
-¿A que le temes?- avanzo un poco más, tengo que poner presión
- A herir a quien sea, cuando no se lo merezca- me respondió, con una mueca triste.
-¿Y quién no se lo merece? ¿Yo? ¿Tu niño bonito? – avanzo más, necesito presionar más. – Aunque no lo quieras, de cada cosa que hagamos, alguien saldrá dañado. Si no quieres herir a nadie, es mejor que no te muevas.
-Tal vez no debería moverme…- golpe
-Eso significa que te quedarías en este departamento, conmigo- le dije. Golpe.
-O eso significa que debería dejar las cosas como están- Gancho en plena cara.
-¿Y ahí se termina todo?- le pregunte. Estoy casi acabado, pero tal vez, si presiono un poco más…

Silencio… No se atreve a decir nada. Yo tampoco. ¡Tiempo! Me ha ganado por puntos el round. Otra batalla perdida ante ella. Increíble que quieran que le patee el culo al mundo, no siendo capaz de enfrentarme con dignidad a esta mujer.

Se acerca, y me abraza.

-¿Cómo se va a terminar todo si todavía estoy aquí?-

Me aprieto a ella para que no se me escape, es como regresar a esos días donde nos teníamos el uno al otro por entero, o casi, por entero.

-No te va…
-Por favor, no me pidas ni me apures…- dijo Sofía sin separarse de mi- todo esto ya es muy difícil y no sé qué pensar…

Permanecimos en silencio, abrazados, unos cuantos minutos, y cuando se me escapo de entre los brazos, no sabía que decirle.
Me ha besado en la mejilla, quemándome.

-Sera mejor que hablemos luego… está todo muy fresco y no es fácil de tratar.-  dijo retrocediendo- te veo al rato, no consumas nada con alcohol, ni te drogues. Pon de tu parte.

Se acercó a la puerta, se ha detenido con la mano en el picaporte. Va a voltearse. Abre la puerta, y se marcha, sin mirar atrás.

¿Cómo es que entro? Evidentemente aún tiene llaves de la casa, nunca se las pedí, pues cuando se marchó todo fue tan repentino que nunca supe cómo reaccionar. Parecía todo marchar bien, si note que Sofía se había ido alejando poco a poco, pero nunca nada drástico, siempre parecía que teníamos algo inmensamente sólido. De una noche para otra, Sofía no ha llegado a casa, al día siguiente cuando vuelvo del trabajo encuentro una nota que dice que pasara la noche afuera, y a la siguiente noche, la encuentro con sus maletas en la puerta, diciendo que se marcha, que se marcha a vivir con su novio.
Paso tan jodidamente rápido que no supe que decirle, me quedé estupefacto, sin aire. Pensaba que íbamos bien, pensaba que no hacía falta poner título, que nosotros ya éramos eso que se supone que ella ahora ya tenía. Pensé que llenaba su mundo, luego vi cómo se limitaba a sostenerme, sencillamente, en un momento se cansó y ya está, se fue con cualquier burguesito.

Nunca le grite, nunca le lance las mil y un maldiciones que salían cada noche al notar su ausencia. Me limite a alejarme de ella, evitarla, no contestar mucho el teléfono, ir a lugares donde no me la encontraría, llegar tarde a casa, cosa que si volvía, no me encontrase. No quería enfrentarme a que yo tenía la culpa, ni siquiera quería verla de nuevo, porque tenía miedo a como reaccionaria ante ella. Me sostuvo, y cuando se marchó me dejo caer. Ya no era más que un montón de ruinas dispersas, en un solo cuerpo, y en mil lugares a la vez.

Pero quizás, ahora es distinto. Antes no había salida. ¿Y ahora? Tal vez… quería, verdaderamente quería creer que sí. Si no lo hacía, estaba forzado a la resignación, a vivir lo que me quedaba por vivir, como una constante ruina.

Saco un cigarrillo, y me voy hacia la ventana. La veo cruzar la calle rápidamente, mezclarse entre la multitud, y en la esquina, doblar y perderse. El humo sale despedido del primer cigarro del día, como contaminando estos primeros momentos, invadiendo sutilmente mis interiores y el ambiente, solo con su arder. Es algo similar a como deseo vivir, incinerándome con mi alrededor. ¿Qué iba a hacer con este otro trato día libre? Otra vez me veía así, con tiempo  a disposición, y nada que hacer. Mientras el humo sigue saliendo del cigarro, permanezco en la ventana. 
El viento se desliza suavemente, levantando parte del polvo o botando varias colas de porro al piso. Siento la briza en el rostro, y como el humo, me van dando ganas de dejarme llevar. Comienzo a recorrer con mi vista las nubes, el cielo, luego un par de edificios, y sus gigantografias con las que inundan la cotidianidad de los sujetos envueltos en ella. Consumir es vivir, en este lugar. Donde hay necesidad, se saca partido de ella, y cuando no la hay, la ciencia y la tecnología se ponen a disposición del mercado e inventan  una nueva. Es la época del horno microondas, el Internet, los celulares y la televisión. Una comodidad exacerbada al coste de la propia vida, de invertir nuestra vida en los engranajes de la gigantesca máquina, ama y señora del consumo y la necesidad. Y, cuando vas camino al trabajo, o a la escuela (quizás de vuelta, o a un descanso de ambos) te topas con esa gigante imagen de letras grandes y mensaje optimista, llamándote a tener el nuevo producto. Y al final, sin darnos cuentas, tratamos de identificarnos con nuestros productos. Ante nuestras necesidades, vemos en estos productos la identificación. Y reducimos nuestra vida a identificarnos con esta acumulación constante. Al final, buscamos el reflejo de nosotros mismos, no en el hacer, si no en el tener y ahí nos caemos de lleno en la maliciosa trampa de la máquina. Al final, acabas siendo tu ropa, tus zapatos, tu computadora, tu teléfono o Internet, tu auto, o tu acumulación intelectual, sexual (realizada o no) y tu casa. ¿Y qué hacemos al encontrarnos que no basta con la acumulación actual para convencernos, identificarnos de manera completa, o siquiera entendernos? Continuar con la acumulación, renovarla, cambiarla. Cambia tu ropa y tu peinado y todos te dirán que pareces otra persona. ¿Y eres otra persona? Algunos así  lo creen, y por eso, cuando ya no se soportan más y desean cambiar, necesitan cambiar ese tipo de cosas, lo principalmente aparente. Mas ¿eres realmente otra persona con ello? Los armarios que lleva la gente acaban repletos de esqueletos, pues, cuando ven que el mundo les reniega deciden renegar de sí mismos. Y no quieren ser esa misma persona, que, a fin de cuentas, siguen siendo. Pues no se pueden escapar de quien son, de ellos mismos. Ellos son su voluntad, y veo que tantos son capaces de renegarse con gran facilidad, gracias a la máquina. La flor pierde con el asfalto, el gigante pisotea todas las flores que nacen en medio del estiércol. Por esas flores, sufro, no solo por mí. Porque, ellos son también mi mundo, porque ellos son el reflejo de lo que yo soy, y en esta identificación, en el tú, me encuentro con mayor facilidad a mí mismo.

De pronto el teléfono suena, me acerco a él sin saber si contestar. Levanto el teléfono. Escucho una respiración a través del teléfono.
-Diga
-¿Esteban?
-¿Quién habla?
-Soy yo, Glenn ¿No me reconoces hombre? ¡Soy tu viejo amigo!-

¿Otro personaje en el cuadro? No me jodas que me están mareando...

2 comentarios:

Jok vön KA dijo...

Bastante interesante el asumir a Sangrienta como deidad, el reaparecer de sofía como alguien que trata de sacarle del agujero por el camino equivocado (pero que considera correcto), y ahora Gleen, a ver que sale!, ya tengo las ansias de tener una edición impresa de esto.

Amapola dijo...

Creo que Esteban es de mi grupo de amigos, igual que Britney Spears jajajaja.
veo tantos arquetipos y eneagramas que me reecuerda vagamente a la estructuracion de personajes de Shakespeare...pero esto es mejor, es carne viva, vicio, desesperación, salidas.

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Concierto de Tripas.


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