Sangrienta Malvenida ha llegado a el inframundo y de una patada ha abierto el Tartaro, liberando toda clase de escupitajos de sinceridad, disparates encerrados por una eternidad, luces y sombras de historias contadas que jamas fueron oídas. Sangrienta Malvenida le ha dado una oportunidad a toda ese mundo encerrado entre Occipital y Frontal, Parietal y Temporal. Ese mundo caótico deseoso de adquirir vida propia, acaba de hallar una nueva oportunidad. Sangrienta Malvenida no sabe que lo ha hecho, pero lo ha hecho.

Aquí empieza la función!

Extracto de un cuaderno cualquiera.

domingo, 28 de octubre de 2012

Por: Prometeo

Como el bloqueo no da su brazo a torcer, de uno de los cuadernos subo esto, para poder darle un poco de movimiento a este abandonado lugar. Data del 22 de mayo de este año.

"...Es increíble cuanto daño pueden causar las heridas sin cocer, cuan profundo pueden calar, destruir, destajar los trozos  de vidrio dentro de corazones frágiles como una amapola, que al menor viento, ve todo su hermoso vestido de pétalos rojos abandonarle, desarmarse y descomponerse, dar a parar al suelo, donde sin menores miramientos son pisoteadas e ignoradas hasta que ya pronto no quede el menor rastro.
Los días pasan así,  aveces lentos, aveces ligeros, pero siempre bajo la fiel constante del deseo de alguna ilusión,  de algún surgimiento espontaneo de una luz que, al menos, de esperanzas para mascar los días  al final de estos, con menos desolación, desconcierto. Una luz, por muy vana, e insulsa, que sea capaz de cada mañana vapulear todas las preguntas insidiosas, todo este absurdo en que se va transformando mi vida.
Una luz capaz de pelear con mis peores demonios, el desgano, el desencanto, el desánimo, demonios que cada mañana me ganan la batalla, cada mañana consiguen hacerme asumir el despropósito de salir de la cama, en vez de quedarme en ella y cerrar los ojos hasta morir de hambre. Pero me levanto, con motivo la búsqueda de motivo, con la ilusión de una ilusión  con la batalla perdida ante estos demonios y con la irremediable carga en mi cabeza de saberme ridículo al levantarme y no dejarme morir...
...Estoy rodeado de sonrisas a distancias, condescendencias que afirman hermandad, aplausos o palmadas con la punta de los dedos, en vez de un abrazo. Compañías cómodas, útiles o intermitentes, no hay mayores esfuerzos, no hay profundidad, menos, lectura entre lineas, tan solo adulaciones y reconocimientos superficiales.
Con los años, golpe tras golpe, el cuerpo comienza a adaptarse a la soledad, comienza a callar poco a poco, tanto a tanto, la esperanza de algún quiebre, los anhelos, el aliento, pierde fuerza y nuestra mirada ya no apunta al horizonte, mas bien se estrella frontal con un gris muro que no dice ni ofrece nada.
Por años la soledad fue mi fiel compañera, mi mas dulce amante ¿Cuantas veces le maldije? ¿Cuantas veces lance mi ira ruidosa como tempestad contra ella? Mas siempre, ante ella, mi furia no era siquiera un murmullo, era un simple y desolador silencio...
... Así, me vi rodeado de la peor de las nauseabundas desidias, tirado en una vereda cualquiera de mi habitación  mirando una ridícula pantalla que se muy bien, no tendrá nada para mi. No hay motivos suficientes para salir a buscar la vida. El enternecimiento es vano, todo muere irremediablemente, hasta el mas puro amor se desintegra y solo queda la necesidad. La vida no posee objeto ni sentido, no hay excusas para prolongarla. Y así me va, así me veo. Absurdo, errático  contradictorio, desganado, débil  huraño, malhumorado y solo, irremediablemente solo.
Olvidado por mi amada, lejano en su cabeza de incendiar una fogata que avive el recuerdo, que me mantenga con vida en la parte mas ínfima y ridícula de su anhelo. Soy uno con la oscuridad y el silencio de su cabeza, hermano siamés del olvido, una hoja de cuaderno con una historia a medio terminar, parida por el ocio y abandonado por la mano de la rutina y la obligación básica. Soy una mirada en el metro, de esas que se entregan entre vagones en dirección contraria, una reminiscencia agonizante, soy el dolor y el amor ignorado, invalido, inocuo, irrelevante, intrascendente.
Olvidado por mi amada, rechazado hasta por las putas que ven mi billetera repleta de ausencias, de dinero, de mi mismo hasta aveces. Abandonado por todos aquellos que levantaron sin vergüenza o miedo un estandarte de hermandad, la mirada desviada de cualquier desconocido sabe a plástico quemado.
Así en el abandono absoluto comencé a consumirme lentamente, como quemándome el alma, pero en vez de hacer cenizas, solo se evapora cada parte de mis adentros. Y mas allá del dolor del abandono, temo. Temo, por que, de no encontrar remedio, prontamente se desvanecerá no solo cualquier rastro de esperanza, sino que la propia capacidad de ilusionarse.
Temo abandonarme tanto que luego me sea imposible salir de mi propio abandono, mas aun, temo no tener las fuerzas para el día de mañana llevar el letrero de la incongruencia y derrotado totalmente por mis demonios, me eche a morir en cama por inanición."

Concierto de Tripas.


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