Por: Prometeo
III
"Mi angelito de papel ¿ Vendrás esta noche a jugar conmigo? Tengo el alma impaciente, mirando por las ventanas de mi cuerpo, esperando a ver si se asoma el farolito de tu corazón..."
Siempre te recordare, oh dulce mariposa...
Voy a contarte una historia, amiga soledad, por favor, que tus silencios no te distraigan de esta peculiar historia, si muero pronto, quiero que tu al menos puedas recordarla, quizás así puedas evitar que este abrazo del alma caiga al olvido y deje de pasar, para siempre.
¿Importa realmente mi nombre a estas alturas? Sin nadie que lo pronuncie, no tendra sentido que este ahí. Finalmente es solo un papelito sobre mi, algo ajeno.
-No te vayas por las ramas, dejale el papelito puesto, a lo mejor algún Dios se acuerde ti
No lo harán, ellos están todos muertos, desangrando su conciencia en el charco de nuestra existencia, ellos ya no piensan, solo son pensados. No pierdas tu tiempo rezando, los Dioses ya no pueden oírte, solo te quedan los hombres, casi tan sordos como los Dioses.
Recuerdo, recuerdo que me llamaba Franz... ella... mi mariposita...
Hay algo aquí que no calza... Todo esta en su sitio, pero su sitio no pareciese ser el que tienen las cosas. Es como si ese orden, no fuera mas que la mascara de un caos, una pregunta con respuesta incoherente, un libro con la portada de la biblia, repleto en su interior de recetas de cocina. Quizás tengo la conciencia invertida, o quizá el mundo esta de cabeza.
Mi nombre es Antoine y tengo 24 años. ¿O ya son 25?
Son las 19:43. El atardecer es raro, es como que me asustase lo real que es. Siempre me han dado una sensación extraña los atardeceres rojos, como este, es como si el cielo se estuviese quemando...
Santiago, otra tarde mas me veo contigo a solas, en una de esas incomodas citas donde manda el silencio, un silencio desganado, como aburrido y cansado, donde nadie sabe bien si romperlo o guardarlo para evitar algo peor.
El río Mapocho es otra parte mas de tus desalientos, de tu cansado estar. Es un río exhausto de tanto correr, irrumpiendo en plena ciudad, como llamando desesperadamente alguna sonrisa y sin siquiera ser mirado. Cayo en la resignación, ya lo he notado. Los ríos saben mucho, han vivido mucho, sin embargo cuando alguien los mira solo ve agua en movimiento. ¿Quien no estaría deprimido viviendo en esa situación? solo eres agua en movimiento, solo eres un hombre.
Comparto en silencio su dolor, una regla entre los de nuestra clase es jamas romper el silencio. Si lo hiciéramos, dejaríamos de ser quien realmente somos o revelaríamos al mundo nuestra compleja cultura secreta, que ya nada distingue de países, regiones o incluso de personas o cosas. Estamos ahí, escondidos, a la sombra del mundo, en todas partes y nadie nos descubre, somos como el río, agua en movimiento, simples personas. Nosotros nos detectamos, nos olemos. Estamos juntos pero jamas nos topamos, nos conocemos, pero jamas hemos cruzado palabra, y jamas la cruzaremos.
-Pero ese día en el puente ¿fue diferente no?
Ese día el sol rojizo pegaba de lleno en la cara, iluminaba tanto que parecía encandilarme delicadamente. Me veía apoyado sobre el borde del puente, el rincón de la vereda, lo mas cercano al borde del camino, el sitio perfecto para quien no tiene prisas.
La calle siempre esta llena, siempre va gente de aquí allá, viajando en piloto automático, mas en el destino que en el camino. Me cansa verlos, siempre caminan tan aprisa que no puedo imaginarlos, no puedo acompañarlos, casi ni siquiera mirarlos.
Saco de mi bolsillo un cigarrillo y lo enciendo con un lustroso encendedor negro, de plástico.
-Yo no soy solo agua en movimiento...
-Así fue como rompiste la regla de oro, hablaste
-¿Disculpa?
Miro a mi derecha y me topo de lleno con el destello del sol. Pero esos eran sus ojos, color marrón, cualquiera diría que eran ojos corrientes, yo no lo intuía, lo sabia, eran los ojos de la eternidad, de la inexistencia, que me agarraban el alma y me la llevaban a algo parecido al recuerdo, la fantasía.
Su pelo, castaño ondulado, no demasiado cuidado ni demasiado abandonado.
¿Que debía decir? ¿Como podía no estropear este momento?
-Y fue así como paso, ese el error que jamas calculaste
-Y mas sorprendente aun, que tu, mIA, no hayas pensado en que esto podía pasar
-No me pidas tanto, parecías empeñado en echarlo todo a perder, fuiste el único que no se convenció de todo esto hasta el final
De pronto sus ojos decidieron lanzarse a nadar, y se empaparon de los míos. Se sumergieron en los rincones mas oscuros de mi existencia, cosas que hasta yo desconozco de mi, las profundidades del corazón, la conciencia y los recuerdos de recuerdos.
Derrotamos al tiempo, en esos 5 segundos se nos fueron años y años en la incertidumbre, la curiosidad y el misterio.
-Disculpa ¿Te conozco?
No es primavera, no entiendo muy bien como es posible que frente a nuestros ojos se cruzara una pequeña mariposa, revoloteando con aire casi místico. Ambos la miramos y fue como si hubiésemos tenido una revelación que iba mas allá de las palabras y cualquier proceso verdaderamente racional.
Ninguno de los dos dijo palabra alguna. Ella se acerco, como sin saber lo que hacia y me dio un abrazo. Me uní a ella sin complicaciones, era como si nuestros cuerpos ya estuvieran totalmente moldeados por nosotros mismos, como si hubiésemos estado abrazados toda la vida.
Creo que estuvimos así alrededor de 30 minutos, en silencio, aferrándonos el uno del otro, como temiendo que el mundo nos fuera a separar.
-Me tengo que ir...
-D... donde?
-Valparaiso, ahí es donde vivo, me queda poco tiempo para llegar al terminal...
-Te acompaño
-No puedes, esto no tiene sentido
Dio media vuelta, pero no camino. Se que no quería irse, al igual que yo. Estaba apunto de partir cuando pronuncie sin darme cuenta, las palabritas mágicas. Nadie entendería por que lo dije, solo ella y yo.
-Pero te amo.
Dio media vuelta, y me miro. Conocía esa mirada de antes, lo se.
Se acerco, me abrazo una vez mas y como para despedirse me beso. Por fin algo tenia sentido, algo calzaba, algo estaba en su lugar.
-Denisse, a ver si se te queda en la memoria
-Antoine...
-Hasta siempre Antoine...
-Hasta siempre Denisse...
Finalmente dio media vuelta y emprendió rumbo, luchando por no mirar atrás.
Van 3 meses de que paso eso, no volví jamas a verla ni a saber de ella hasta ahora.