Sangrienta Malvenida ha llegado a el inframundo y de una patada ha abierto el Tartaro, liberando toda clase de escupitajos de sinceridad, disparates encerrados por una eternidad, luces y sombras de historias contadas que jamas fueron oídas. Sangrienta Malvenida le ha dado una oportunidad a toda ese mundo encerrado entre Occipital y Frontal, Parietal y Temporal. Ese mundo caótico deseoso de adquirir vida propia, acaba de hallar una nueva oportunidad. Sangrienta Malvenida no sabe que lo ha hecho, pero lo ha hecho.

Aquí empieza la función!

Delirio: el ahora no es (XI 1/3)

domingo, 19 de mayo de 2013

Publicado por Gwÿnt

Onceava parte y un cuarto: Huír y luchar.



Ya voy jadeando de tanto pedalear, y  noto que comienza a atardecer. No hemos parado en ningun edificio relativamente cercano al refugio, para evitar levantar sospechas estando en sectores aledaños por el momento, o algo así me dijo Gaspar, que ni siquiera está cansado. Cuando llegamos a la autopista central, voltea a gritarme algo.
-Ahora si te vas a cansar!
-Pero… ¿qué? Vamos a ir por la autopísta? ¿es un chiste?
- No, no lo es, vamos.
Empieza a andar y pego un chillido. – ¡DETENTE EN ESTE PUTO MOMENTO!
-Daire…- retrocede.- no podemos aparecer mágicamente en el barrio que está del otro lado, además no pasará nada, un poco de aventura no daña a nadie.
Vuelvo a mirarle con cara de querer matarle, y esperando que le exploten las ruedas de la bicicleta.
-¿O tienes miedo?- y me mira, sugerente.- Porque si tienes miedo, y lo estás evitando, puedo seguir yo solo, y ya sabes, te quedas pedaleando por las veredas.
Si, está disfrutando esto. Lo observo de reojo, con odio, y le escupo- Pedalea, yo te sigo.

Sonríe de forma engreída, como si el logro fuese de el. Echa a andar y cambia la postura, se pone de pie y se echa hacia delante.
-¡Prepárate! ¡tendrás que andar muy rápido!.
Lo veo adentrarse en la carretera y la fuerza del viento tratando de desestabilizarlo. Respiro hondo, cuento hasta 3 y echo a pedalear. Al comienzo, todo anda de forma regular, hasta que pasa un bus cerca mio y me atrae hacia el, tengo que pedalear con mas rapidez, siempre mas, para zafarme, y luego siendo mi corazón vivo de nuevo, palpitando al mismo tiempo que los estímulos que estoy recibiendo. Los ruidos de los automóviles, las luces, el viento natural, y artificial, y estar enfrentando a una de mis inseguridades. Logro mantenerme en pie del todo en los pedales, y por una vez extraña, siento el deseo de sonreir, y lo hago. De pronto, vuelven miles de pensamientos de antaño que me corroían y que llenaron todos los amaneceres con amargo desinterés y pesadez, pensamientos que se han vuelto ligeros, pero que aun no logro enfrentar, este es el comienzo.
Pasa un camion enorme frente a nosotros dando un bocinazo que me deja desorientada, y que hace que Gaspar baje la velocidad.

-¿Estás bien?- parece preocupado de verdad
-Si, si- muevo rapidamente la cabeza de un lado al otro- pero me he quedado sorda, tendrás que hablarme por el otro oido.
-Bueno, me complica moverme al otro lado acá – y ríe- pero puedo tararear musica clásica aun.
-No- rio, pero me niego. Hay que negarse siempre. –salgamos de esta mierda ahora.
- Bien, al primer desvío a la izquierda, cruzamos entre todos los vehículos, y salimos, si? Debes ser rápida.- me mira, y nota que sigo mareada.- ¿podrás? ¿O tendré que llevarte yo?
-De que estas hablando, a mi no me lleva nadie a ningun puto sitio. Aunque deba parar el puto transito, voy a llegar sola.- miro fijamente hacia el frente, ignorándolo, hasta que finalmente, el tambien voltea al frente.
A lo lejos, aparece una flecha con dirección a la izquierda, que da a una calle con hoteles, y a lo lejos se aprecia un cerro, y Gaspar hace un movimiento de “vamos” con la cabeza. Entorno los ojos, como si no supiera que por ahí tenemos que salir, asi que acelero, y comienzo a girar sin su previo aviso. No necesito su aviso. Escucho como me grita y luego anda tras mis pasos, y a los autos tocando las bocinas, desorientandome. Para joderlos, reduzco la velocidad, obligándoles a tener que elegir, entre atropellarme, o frenar. Y para mi buena fortuna, el ser humano actualmente mantiene esa idea moral de que dañar a alguien para lograr un bien propio es algo sumamente malo, se pueden ir al infierno. Infierno a la mierda, solo se preocupan del daño físico, y de evitarlo. Pero se están abandonando. De pronto, mientras voy apenas pedaleando, siento la imperante necesidad de escribir. Vuelvo a tierra y veo a Gaspar desde la acera, con los ojos abiertísimos mirandome, ansioso. Voy tan lento que me decido por bajar de la bicicleta y caminar, y recojo una piedra que está entre la calle y la acera. Pasa un auto tocando de manera bestial la bocina, y alcanzo a divisar al tipo furioso. Él hubiese querido matarme, pero no lo hizo. Cuando vuelvo en mi, me veo tirando la piedra directamente hacia su auto, y escuchando como quiebra el cristal, prero el tipo tarda en frenar.

Miro como niña pequeña a gaspar, alegre, y mientras monto la bicicleta le digo – vamos, demuestra cuan rapido eres.

Echamos a andar y nos perdemos entre las calles de este lugar tan extraño y novedoso. Es un barrio que invoca a ser bohemio, a reflexionar. Los faroles, la arquitectura, es algo digno hasta de estudiar. De pronto, Gaspar deja la bicicleta, y se apoya en una pared. Imito su gesto, para saber que le pasa.

-Has hecho dos cosas sumamente temerarias e irresponsables en la carretera.- mueve la cabeza, pero con una pequeña sonrisa.- ¿Qué vamos a hacer? Eres un tanto impulsiva, incluso, sin bicicleta logras atropellar.
-No entiendo que pasa. Antes, me criticabas que era insegura, que me habia encerrado, que me habia acomodado a las facilidades con Alex, y ahora que estoy intentando ser realmente yo, creo, me dices que no se puede. No se puede nada, ¿Por qué no se puede? ¿Qué es lo que no se puede? – le doy una patada a la bicicleta, y escupo lo que ya venía reflexionando.-  Correcto es evitar, correcto es trabajar, correcto es tener desinteres hacia el sufrimiento, correcto es ser frivolo, susurrar por caridad, trabajar por nada, vendernos a nosotros mismos. Correcto es mantenerse dentro de los limites de lo que se espera, y la cotidianidad. Pero donde esta el otro eje del espejo? ¿Dónde estan los alaridos bramando por la liberacion? ¿Cómo se puede realmente aspirar a desplegar las alas sentados desde un silloncito en oferta? No me vengas con imbecilidades, Gaspar. Vamos a buscar un antro donde emborracharnos y un sitio que ocuparnos.

Echo a andar, furibunda. ¿Cómo alguien tan inteligente, puede ser a veces tan estupido y corrosivo?... ¿soy así yo? Mientras ando, empiezo a notar que tras mi arrebato, me falta algo…
-¿La bicileta?- y aparece al lado mio, con su bicicleta, y con la mía. – Apoyo tu mocio, pero creo que sería mejor primero encontrar el lugar y luego embriagarnos, a menos que sepas manejarte para ocuparte un sitio estando borracha.
-Te pedire de forma cortés que guardes silencio hasta que nos ubiquemos en alguna parte, o te aforraré un puñetazo, te lo juro que lo haré.- Lo miro, y su boca se vuelve una delgada linea. Asiente, y sigue caminando.

Luego de entrar a un lugar y ver que habia un perro custodiando, descubrí que ya no me llevo con ellos. Saltamos a toda prisa, pero ha alcanzado a darme un mordisco en la pantorrilla. La puta madre, la sangre comienza a fluir como si estuviese siendo empujada con fuerza. Una vez fuera, no logro sentir dolor por la emocion y euforia de la situación. Gaspar me mira, y echamos a reir. Saca una venda de su bolso y me la tira.
-No queremos que dejes un camino de sangre, el perro puede seguirnos.- y se vuelve a reír.

Me presiono el vendaje con la fuerza que puedo, y sigo caminando. A las pocas cuadras dejo de sentir el pie, y me vuelvo realmente torpe al andar. Que ganas de sacarme cortarlo con un puto serrucho.  Desde que vi a Alex postrado y adormilado, todo vuelve a ser nuevo, me siento como conociendo el universo entero, y ansiando comprenderlo todo. No soy capaz de asimilar la fuerza de este cambio aún, porque soy incapaz de concentrarme del todo, todo es demasiado llamativo, todo es demasiado destruíble, todo es demasiado cuestionable. Menos mi puta cojera. No noto aún el punzante dolor tras los colmillos de ese maldito animal, pero si noto como se me está complicando dar bien los pasos, y correr, y brincar. Seguimos caminando y nos adentramos más por el barrio, hasta llegar a una calle con casas oscuras y aparentemente deshabitadas. Tanto Gaspar como yo nos paramos frente a un lugar que parece abandoado. Miramos detenidamente, y no, no hay perros a la vista. En un abrir y cerrar de ojos, gaspar salta la reja y camina hacia el recinto. Me apresuro en tomar un bolso de la bicicleta y seguirle, con u poco de escandalo al saltar la reja.

-La idea es ser precavidos- me dice susurrando, y me molesto.
- TRATA DE SUBIR EN SILECIO CON UN PUTO PIE HERIDO. Por la mierda, Gaspar, se supone que eres inteligente. ¿Intentas provocarme?- le tiro el bolso y sigo andando.- Saca una linterna.

Alumbra, y logramos ver el portón de entrada. Lo abre, y cae pintura seca del mismo, y suena a oxidación. Adentro, hay un par de sillones, una televisión antigua, y una mesa de centro, con un hacha clavada. Hay un pequeño balcón con una escalera de madera. Está totalmente abandonado, el polvo en suspensión es la constate de aquel lugar deshabitado.

-¿Aún tienes ganas de ir a beber algo, Daire? Yo, la verdad, estoy un tanto cansado, y este parece un buen refugio.
-Lo es, si. Y no, no quiero beber nada.
¿Te duele el pie?
-Tu que crees?
-Entonces – se acerca a los sillones y les da unos golpes a los cojines para librar tanto polvo- descansemos por hoy, y mañana ya veremos.

Se recuesta, y me hace una señal para que haga lo mismo. Tomo el hacha y rompo la televisión.
-No combina con el lugar- le digo, intentado excusarme mientras sigo con los hachazos, y pese a la tenue luz de la linterna, noto una sonrisa, y que se pone en pie.
-Iré a entrar las bicicletas. No es buena idea dejarlas a la deriva.
-¿Cómo…- antes de acabar, veo que de su abrigo saca una cortadora de pernos. Claro, la reja tiene una cadena.- Ah… entiendo.
Sale a entrarlas, y aprovecho de subir al balcon para inspeccionar. Hay un par de cojines roñosos, y una ventana con vista a la ciudad. Prendo un porro, mientras vuelvo a mis reflexiones usuales, pero con esta nueva perspectiva. Estoy naciendo de nuevo, y cada respiración es el combustible de todas las inseguridades que me encerraban, y que rapidamente se vuelven cenizas. Estoy desbocada, desbocada y cayendo en el sueño.
Despierto, y veo a Gaspar alistándose para salir.

.¿Donde vas?- pregunto, incorporándome.
-A la antigua guarida. Necesito controlar el estado de Alex, y de paso buscar unos cuantos apósitos para tu herida.
-Bien, iré contigo.- bajo rápidamente la escalera y estoy junto a el.
-¿Crees que vas a poder pedalear hasta allá?
-¿Estás acaso poniendome en duda? Gaspar…- y me acerco a él hasta rozar los límites de la intimidad.- como sigas con esos comentarios, yo no voy a respionder en lo que haga, ¿comprendido?
-Me mira, intentando descifrarme, y luego cede- Por supuesto, vamos.

Cuando llegamos, estoy con un dolor rozando el delirio, pero no importa. Lo he hecho. No necesito a nadie. Entramos en silencio, y la primera en recibirnos es Leonore, por supuesto. En cuanto ve a Gaspar se ruboriza, y aprovecho la situación.

-Cuanto rubor, Leonore, ¿tanto nos has extrañado? Porque no hace mucho calor que digamos.- Le toco la frente.- Pero tu estás que ardes, ¿tendrás fiebre?- me mira con cara de pocos amigos y se libra de mi brazo con un manotazo.
-Vamos, Alex sigue en la misma condición, Gaspar.

Gaspar no dice nada, y se mantiene inalterable, antes de caminar hacia la sala blanca. El lord psiquiatra. Había olvidado que era psiquiatra, y que le había pedido ayuda… que mas va, ya no le necesito tampoco. Entramos a ver a Alex, y dentro de la sala, todo me parece inexistente, incluso, pareciera que el tiempo se detiene en este sitio, y no comprendo bien porqué. Escucho, como si estuviese lejos de mi, a Gaspar diciendo “administrale 8 mg diarios de Risperidona en dosis de 2 mg”. Lejos, demasiado lejos. De pronto, se me apagan todas las luces, y se enciende un solo foco, en el que veo a un guardia sin rostro junto a Alex. El mismo guardia que solía ver. No puede ser. Intento moverme, y no puedo, intento gritar, y mi voz no emerge. Abro la boca y solo sale humo, como si me estuviese consumiendo. Soy una espectadora sin cuerpo, soy una mente observando, y comienzo a dudar. ¿Dónde se van mis pensamientos? ¿Dónde está el hilo de cohesión? Oh… mis pensamientos se están desintegrando.
Reacciono, y estoy en la sala de espera, con menos dolor en el pie, y con los brazos ardiendome, y las mejillas tambien. Junto a mí está Leonore.

-¿Qué ha pasado?
-Leonore me mira, entre horrorizada y aliviada-¿Daire?
-¿Quién mas se supone que voy a ser?
-Tuviste una crisis, querida… no respondías, hablabas una montonera de cosas sin cohesión la una de la otra, y tratabamos de frenarte, pero estabas absorta, no sabemos en qué.
-me levanto las mangas del chaleco y veo montones de cortes. Respiro.- ¿y tampoco pudieron frenarme de esto?
-Nos amenazaste…
-Supongo que en las mejillas no tendré cortes, ¿o si?
-Ahí te rasguñaste.
-Bien. ¿Dónde está Gaspar? Quiero irme.
-Buscando provisiones.

Aparece Gaspar con dos maletas gigantes, y cuando me mira, instantáneamente sabe que volví en mí.
-Al fin… ahora si podremos irnos. Leonore, ya sabes la dirección, cuando lo desees, puedes ir a buscar tu auto.
-¿Estás seguro de que Daire está en condiciones de seguir? Ya viste lo que paso hoy…
-Deja que yo decida eso. Daire, vámonos.

Me siento como un objeto en disputa, y también me molesta eso. Volteo hacia Leonore y le digo al oído “espero vomitar en tu auto”. Le sonrío, y sigo a Gaspar.
Mientras va manejando, descubro que en realidad no se que tienen las maletas. Y odio no saber. Así que decido mirarle con odio hasta que se de cuenta, y cuando se da cuenta me mira de reojo un par de veces.
-¿Qué pasa?
-¿Qué hay en las maletas?
-Pues… provisiones, claro.
-No juegues conmigo, ya se que hay provisiones, pero tantas? “hay que ser precavidos”- le imito de la forma más burlesca posible.
- Unos informes de mi trabajo, ropa, tuya y mía, alimentos no perecibles, agua, algunos artículos de primeros auxilios. Eso en una maleta
-Ya. ¿y en la otra?
-Explosivos.- y gira con calma en el desvío de la autopista.


-Concéntrate, Daire, vinimos acá a trabajar, no?
- Lo tengo más que claro, ya te dije… dentente-con-los-desafíos.
-Entonces trabajemos, te daré el gusto de otorgarte la primera misión. Esta maleta es tuya.- y la deja sobre la mesa, junto al hacha.
-¿Me vas a entregar un puñado de explosivos así como así?
-Si, creía que podías con todo, y no necesitabas a nadie. Entonces, adelante. No es tan difícil, ya has visto como ha ido mi misión con el Banco. Hay que plantearse un objetivo, buscar la primera parte de la cadena causal, ser precavidos, atreverse, y saber actuar.
Guardo silencio un instante, ya que de ser por mí, pondría explosivos en cada edificio de la ciudad sin discriminar a ninguno, para no hacerles sentirse tan mal, pero hay que ser selectivo a veces. – Hay que hacer volar las sedes de los partidos políticos. Todas. Motivos… de sobra.
-Pues así será. Llamaré a Sid para que nos ayude con la parte logística.- Se para, y se apresura a irse.
-Espera. ¿No me dirás nada por lo ocurrido hoy en la guarida?
-No es momento. Primero lo primero. Y se va.

Me quedo yo en la habitación, con la maleta de explosivos, el hacha, y la sensación de estar cerca de volver a abstraerme al punto del delirio. Cierro los ojos, intento concentrarme en la sensación de bienestar… yo soy capaz, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo

-El miedo no es malo.- abro los ojos de golpe, y la veo a Ella, sentada frente a mí, mirando al piso, adonde pertenece.- no es malo si aparece cuando corresponde. Es una defensa natural del organismo, y la voluntad decide, si huir o luchar.

Cierro con fuerza los ojos. Ella no está aquí. Me sacudo hasta el cerebro para desaparecer esto.
Huir o luchar.
¿No son todos los días esto? ¿No es que se ha perdido el miedo a lo desconocido por la comodidad y la satisfacción de repetir todos los dias lo mismo? Como un mantra sagrado, apegarse al reloj, a la rutina, al trabajo, al estudio, a la vida. Huir o luchar. Todos están luchando por huir, pero de huir para luchar, nadie, jamás.
Desde el piso montones de seres angustiados, cansados, se lamentan y se retuercen en su propia anhedonia de lo que han hecho de si mismos. De mirar a las estrellas, no.
Y desde nuestras propias tumbas, nos levantamos, para huir, por luchar.

Vuelvo en mí, y ya se perfectamente hacia donde tengo que ir.

Concierto de Tripas.


MusicPlaylistView Profile
Create a playlist at MixPod.com