Sangrienta Malvenida ha llegado a el inframundo y de una patada ha abierto el Tartaro, liberando toda clase de escupitajos de sinceridad, disparates encerrados por una eternidad, luces y sombras de historias contadas que jamas fueron oídas. Sangrienta Malvenida le ha dado una oportunidad a toda ese mundo encerrado entre Occipital y Frontal, Parietal y Temporal. Ese mundo caótico deseoso de adquirir vida propia, acaba de hallar una nueva oportunidad. Sangrienta Malvenida no sabe que lo ha hecho, pero lo ha hecho.

Aquí empieza la función!

Delirio: el ser no es. (V y -I)

jueves, 16 de enero de 2014


Capítulos V y -I: Ser social, ¡me invaden los escombros!

Por Gwynt.

La mañana está asquerosamente fresca, y no recuerdo con claridad lo que he soñado. Aún no decido si eso es bueno o malo, o solo es. Despierto y el único que está en pie es Martín.

-Este sitio está muerto… ¿Qué engañosa hora dice el reloj que es?- tic toc tic toc.
-las 7 am. – sublime, he dormido 3 horas, y sin soñar…
-¿Y que haces tú despierto a esta hora?
-Parto a borrar los antecedentes de Doña Libertad. – me resulta gracioso como le dice a Daire.- Y tu debes acompañarme.
-Eh… no. ¿Porqué?.- saca de su bolsillo una tarjetita de identificación plastificada con el logo de un hospital de rehabilitación psiquiatrita. Y tiene mi nombre.- Déjame adivinar. Así lo predispuso Gaspar- el asiente tranquilamente, y yo me siento invadido tanto dentro de mi cabeza como fuera. Anhelo el día en que la delirante habitante de mi mente termine por incinerar a Gaspar-fantasma, pero sin duda no se con cuantas sorpresas mas nos vamos a encontrar en este plano, que llevan su etiqueta,antes de ese desenlace

Decido acompañarle, para innovar. Ultimamente, mi encierro dentro de mi entretenida y divinizada cabeza me ha llevado a cierta inercia. Veo como todos se mueven, y sin embargo, lo que más hago es pensar. Por suerte, debido al silencio de Martín, puedo aprovechar de seguir pensando, y clarificarme un poco. Trato de no pensar en que estoy caminando con un tipo que tuvo ojos en todos los organismos que nos mantienen en perpetua vigilia, para no entrar en paranoia.
-Toma.- me entrega un celular.
-¡PLOMO!- Lector de mierda, no me culpes si tengo paranoia. Silenciate, que escucho tus pensamientos dudando de mí.
-Lo necesitas, por resguardo. Hasta que no revise el perímetro, me esperarás afuera, y si hay algún problema, te llamaré. Los cuchillos son estrictamente en caso…
-DE QUE SEA NECESARIO. JODER. ¿Tanto dudan de mi capacidad de controlarme?- echo a andar, furioso.
Alex…- no.- Alex… ALEX.
-¿Qué? ¿Mi caminar es muy transgresivo?
-Es que hay que caminar hacia el otro lado… en su rostro anhedónico percibo una sonrisilla. Bueno… no fue un error, es que no tenía toda la información. Giro en el “sentido correcto” y camino junto a el, y junto a mí.

-Una pregunta.- me interrumpe Martín, ronco, tosco, como un oso.
-OJOS. Pregunta, no aseguro que responda.
-¿Cómo es que no sientes desconfianza de mi después de toda esa información a medias que reveló Arturo ayer?
-Pues…hombre, tuvimos el honor de compartir una sangrienta victoria. Para mí eso es suficiente. Además… algo he sabido respecto al trastorno de estrés postraumático que te hizo abandonar aquellas basuras. Sé que eres de confiar.- Me lo dijo Gaspar esta mañana. DEJAME.- Y como si fuera poco… tus influencias nos sirven. ¡QUE HERMOSURA!
-Sí.- responde a secas.- Gracias.

El resto del trayecto transcurre en silencio, pero no uno incomodo, que me provoque sensación de derrota, sino que uno necesario.
“Alex, yo siempre te he dicho que no es que no recuerdes tu pasado, sino que temes recordarlo. Si quieres recuperar quien eres, más que tu propio desorden y afán de deidad, hazlo como un favor a ti mismo, una oda a tu inteligencia. Huye de tu degradación”. Siempre me lo decía, y yo decidía odiarle para no decirle que tenía razón. El no haber entendido en su momento como sucedieron muchas cosas me generó asco, rechazo, desmotivación, y decidí simplemente dejarlo así, como si fuese esa mi naturaleza…que maldito cobarde soy. Como me he convencido de quien creo ser, solo para evitar un rechazo, un esfuerzo. Rechazo… es que no lo merezco, es simple. Soy dios, no puedo. Sí, soy radical, y mi libertad se contradice con la negación de lo que nunca supe afrontar.
No, no es asi, no se me viene ningún jodido rostro a la mente en este momento.


<<La cosa es bastante simple, hijo: no podemos prestar atención a todas tus estupideces.- me suelta mi padre cuando aparezco con mis alas recien hechas con plumas de gallina.- Tenemos negocios que hacer.

Siempre fue igual, y siempre encontré en algún libro algun consuelo. No podía sentirme solo ante todo eso. Las personas…todas transitaban, y se iban. A veces algunos chicos de mi aula quedaban impresionados de mi “excéntrico” lenguaje y mis juegos tan creativos y se volvían mis lacayos, pero nadie duraba. Jamás. Siempre era yo el capitán. La única luz chispeante en una humareda de humanos extraviados y manipulados, y yo, como dueño de la verdad, emitía mis alaridos de euforia en lo más puro de la niñez, pulsión inalterable, inalcanzable, ante una audiencia de sordos empecinados en volverme fantasma...
Y heme acá, sin saber porque de pronto recuerdo todo esto. La pared de contención se viene abajo, inevitablemente.
Con el rostro de una mujer, con un vestido amarillo, se acerca una ola de abandono…
¡MUEVE TUS CENIZAS, GASPAR! TENÍAS RAZÓN. Pateo tus teorías y maldigo la situación.>>

-Y te maldito a ti.- agarro a un tipo que va caminando por la acera.- Por tener hermosamente camufladas tus venas.- el tipo aletea y logra liberarse, antes de salir corriendo.- ¡VE! ¡DE LA MUERTE NO PODRÁS HUÍR!  Renunciar a la vida es llegar a ella… entregarse a la vida es encontrar su divina sinfonía- esto último lo agrego susurrando.
-…¿Estás bien?
-300 millones de células mueren a cada minuto en el cuerpo humano y se reemplazan inmediatamente. ¡La biología es devenir!... Si, estoy bien.
-Preguntaba por el silencio roto de forma tan abrupta.
-Si. Estoy en el borde de los dos mundos- el griterío logró espantar el espectro de Isabel.- Disculpa si te he provocado exalto.
-No pasa nada.- se queda parado en una esquina.- Llegamos, la entrada es por la otra calle..- Me asomo como zarigüella.
-Pero es una simple casona de tres pisos…
-¿Y?
-Creo que esperaba un edificio blindado con ruedas.
-Servicio Secreto y Contrainteligencia. Creeme, que deben pasar desapercibidos, y mantener la arquitectura dentro de lo normal forma parte de eso.
-Buen punto.- Joder, tanta reflexión y crisis existencial me tiene mentalmente lento. Apenas noto cuando Martín se encamina hacia la entrada de la “casona”. Pero no entra. Observa detenidamente un instante, y me hace señas para que me acerque. Trato de avanzar sigiloso y aparentando simpleza, pero creo que no tengo éxito, ya que Martín me mira con sorpresa y con desaprobación.
-Definitivamente no sabes de aparentar, ¿verdad?
-Soy un animal, lo siento.
-Lo siento yo por ti, porque en 5 segundos tendrás que sacar conocimientos de alguna parte para saber actuar. Vas a entrar conmigo. Ponte la credencial de tutor que te pasé.
-Bien- me la cuelgo en el bolsillo de la chaqueta.- ¿Y ahora?
-Ahora me seguirás la corriente.

Toca la puerta con un ritmo peculiar, y esta se abre. En el pasillo todo está en total oscuridad, y la única luz que ilumina el lugar viene de un mesón a nuestra izquierda, con una joven mujer timbrando unos papeles.
-Lydia.- ella levanta delicadamente la cabeza y mira por sobre sus anteojos.
-¡Martín! ¡Estás vivo!- lo mira con alegría y euforia, antes de volver a su rostro frívolo y su tono tranquilo.- Has estado inactivo por más de 4 meses. ¿Qué haces aquí?
-Sabes que aún tengo mis privilegios aqui, mi nombre aun resuena. Además… fue por asuntos de salud mental. – en este punto es Martín quien cambia su tono de voz por una especie de autómata.- Trastorno de estrés post-traumático, no esperarás menos después de lo que pasó.- Luego me señala a mí, y a mi “credencial”, y trato de poner cara de doctor.
-Buena tarde.- la recepcionista mira la tarjeta, y posa sus ojos en mí.- Eh.. yo soy el encargado de reinserción de Martín luego de su periodo difícil.- pongo cara de lástima y asiento, mientras ella no despega sus ojos de mí.
-¿Le contó alguna información confidencial?
-Eh…no. Solo me ha dicho que trabajaba aquí, y me enviaron a acompañarle. ¿Esto es una especie de biblioteca privada?- deberian darme un premio Oscar por mi actuación.
-Martín- ella desvía la mirada hacia Martín. Joder, que pestañas tan largas, pareciera que pestañease en cámara lenta.- ¿Has traído tu tarjeta?- El, en silencio, saca de su bolsillo una tarjeta amarilla.- Excelente… hace mucho que no veíamos una de estas por acá. Pasa, sabes que no tengo permitido preguntar a mis superiores sobre sus trabajos.- Martín asiente, agradecido, y emprende camino por el pasillo oscuro. En el desconcierto, me propongo acompañarle.
-HEY. Tu te quedas acá.- la miro, miro a Martín, perdiéndose en la oscuridad, y asiento vagamente antes de sentarme en una banca junto al mesón. Este tipo misterioso y silencioso realmente debe ser un dios acá adentro, como para que le dejasen volver y entrar como si nada.

<<Sin duda, no puedo olvidar mi primera incursion en los actos pseudo-delictuales. Y todo comenzó como un juego, cuando por fin estaba estructurando mi vida, cuando me estaba conteniendo, no me estaba disolviendo. Cifuentes, el panóptico. Era un buen sobrenombre, y lo mejor es que era cierto.O yo lo creía asi... ahora, por costumbre, repito los mismos discursos sobre mi ser elevado por sobre todos, bebiendo vino en lo más alto del Olimpo... por costumbre. Ya no me siento así, y tiendo a apostar a que mediante el discurso pueda revivir aquello. Aquello que se perdió cuando comenzó a desvanecerse todo lo que había construído desde la propia soledad.Y es que confiando en otros, me olvidé de confiar en mi mismo.
Claro, cuando maté a aquel tipo ya era demasiado tarde. ¿Que cómo lo maté? Oh, lector curiosillo. Debo decir que no fue un trabajo elegante, sino que fue resultado de pura pulsión. Logré localizarle luego de la última protesta de aquel año.
Un recorrido de un par de kilómetros para parar frente al Palacio de Gobierno en lo que sería un acto cultural. Digo "sería", porque los planes de mi entonces entorno de personas, de debate y discusión, era distinto. Cuando nos tomamos el escenario, en medio de 250.000 personas (una cifra inferior considerando que era de aquellas marchas que reunían varias demandas sociales y potencialmente políticas.) para jugar a la Asamblea Constituyente, la trifulca fue bestial.
Sacaron todos sus juguetes para demostrar su poderío. Y fue en ese preciso momento, cuando sobre los zorrillos estaban los milicos apuntando a la masa congregada con sus pistolas de balines, en que se desató mi propio huracán. La mezcla de desesperación e impotencia me ató los pies al piso del escenario.
La multitud corría despavorida. Y yo en cómoda inercia, en catarsis por la brutalidad de lo que estaba viendo. Raramente, no era un muchacho violento en aquel entonces.Si, tiraba piedras,y armaba barricadas hermosas, bailando al son de las llamas. Pero esto era peor. Hasta los perros fueron víctimas de esos balines.
Comenzaron a desarmar el escenario, y mis compañeros huyeron al este, junto con la masa. Yo seguía sin poder moverme, y los milicos olían a falopa y ferocidad, casi creí que si me mordían, me contagiarían la rabia.
De entre la multitud, apareció una chica. Una chica que no estaba huyendo,sino que caminaba directamente hacia los zorrillos, pese a que todos ellos (habrán sido unos 50), le apuntaban y amenazaban. Estaba encapuchada,solo pude visualizar su lanzallamas,su pelo verdoso, y su mirada, tan segura, tan despierta, tan inalterable, en un escenario donde se demandaba pánico. Apenas noté que uno de los milicos iba a disparar, salté del escenario, preso de mi instinto de Mesías, para protegerla. Protegerla y quedar vulnerable yo. El balín me llegó en el hombro derecho, mientras la chica me miraba, ofuscada.
-¡Imbecil! ¡Me has quitado mi enfrentamiento directo!- le devolví la mirada, sin entenderla, cuando escuché al mismo milico cargando otra munición en su arma. Seguí manteniendo la calma, para mirar al hijo de puta de frente y memorizar hasta la más frágil de sus arrugas, para reconocerle hasta en el rincón más apagado del infierno. El sonrió y nos apuntó. La chica verdosa se disponía a correr con su lanzallamas hacia él, pero la atrapé por los hombros y me la llevé. Si, huí, ante las quejas y garabatos múltiples de esta pequeña valiente. Llegamos a una esquina, y me apoyé sobre la pared. Ella, sin sacarse la capucha, me quitó el abrigo, me desabotonó la camisa, y sin ninguna delicadeza, me sacó el balin con un cuchillo. Me quejé.

-Bah, deja de quejarte, muchacho. Esto ni siquiera he hecho una incisión grande. Estaba en la superficie, por suerte. Deberías ir a un hospital...podría haber entrado alguna bacteria al torrente sanguíneo igual, y la septicemia no es agradable.- La miro, en silencio,y luego miro hacia la Avenida, inundada de humo, carros policiales, gente corriendo.- Deprimente, ¿verdad?. Bien, gracias por lo de...allá.- sigue sin sacarse la capucha, pero apostaría a que me estaba sonriendo,y luego salió corriendo, saltó una reja, y desapareció.

El retorno a casa fue terrible. Cada vez la ira al recordar el rostro de ese cabrón se iba haciendo mayor y mayor, hasta que no pude seguir ignorándola y me entregue a ella, a la furia. Así que decidí no volver a casa y partir directamente a las bases de datos del Instituto de Estadísticas, para rastrear al cabrón. Esa debilidad que me invadió la médula espinal cuando me apuntó...no. Un ser del Olimpo no puede ser débil.
Si esperaban detalles de mi venganza, pues, ese es mi triunfo, mi dulce victoria, y el comienzo de mi propio ahogo. Imaginense ustedes lo que quieran.
Después de eso,sigo buscándome una dirección. El orden para un ser de caos es necesario. Ya que la luz...la luz, solo fue un fracaso más, y una herida que no he podido siquiera asumir.>>

-Es extraño ver a un tutor de reinserción pisquiátrica como tu.- suelta Lydia, sin despegarse de sus papelitos y su timbrecito.
-¿Disculpa?
-Que no pareces ser de ese tipo de persona.- ¿Está entablando conversación conmigo? No sé lidiar con esto, ni siquiera con quienes comparto hogar he hablado más de tres frases estas últimas semanas, me acomoda más desaparecer.
-Bueno... tu sabrás. Las apariencias no dicen mucho cuando se usan como herramienta.
-Es cierto.- deja el timbre de lado, y me mira fijamente.- Levantar sospechas para no levantarlas, dimelo a mí.- Parece tan segura, y sin embargo su voz es semejante a un gato ronroneando. Solo atino a sonreír y asentir.
-¿Y tú? ¿Recepcionista o "trabajadora a tiempo completo" acá?
-No comprendo.- me mira de lado.
-Me refiero a si eres agente, a si manipulas información, a si eres una de las bases de este engranaje asqueroso de La Tejedora.
-Es...- duda mucho, y en sus ojos ahora si la veo titubear, pero sigue ronroneando, y aquello me desconcentra de una forma que no conocía.- Es necesario. Preservar el orden. Es mejor ayudar a controlar los flujos de información para evitar una catástrofe política interna e internacional.
-¿QUÉ? ¿ES EN SERIO?- por supuesto, amerita gritos, escupitajos, y ... no. Por algún motivo su discurso me sabe a falso, simplemente esta mujer tan encantadora y segura no puede estar hablando en serio, mi subjetividad me impide creermelo.
-Acércate.- me susurra, y obedezco, acercándome con resguardo al mesón. Me habla al oído- Odio esto. Pero tiene un motivo, como todo. Es necesario... pero para tener la información directa de los puntos débiles de esto.- se aleja, con una sonrisilla misteriosa.
-Eh... ni siquiera me conoces. ¿Porqué me dices esto?
-Porque eres la primera persona no-agente con la que hablo en meses. Porque sé que no tienes micrófonos ni cámaras, y mejor aun, se que eres infiltrado del otro bando, eso se nota.- mantiene esa sonrisilla malvada.
-Entonces lo que dijiste respecto a preservar el orden...
-No me la creo ni de cerca.- su sonrisa misteriosa se extiende hacia su mirada, y creo que si intento mantener los ojos puestos en los suyos, me va a dar un infarto, asi que titubeo, y comienzo a dar pasos largos por el salón. Escucho unos pasos desde la oscuridad del pasillo. Es Martín.

-Pssst.- escucho, y volteo a ver a Lydia, que deja un papelito en el mesón y me lo señala. Lo cojo. Un número de teléfono y su nombre.
-¿Porque esto?- estoy en pura incomprensión. ¿Así es como se relacionaba la gente? Una parte de mi realmente desea no salir más de mi habitación,y la otra solo desea responder a ese maullido.
-Me has parecido ... interesante. Creo que contigo se puede conversar.
-Vaya...si que has tomado la delantera.- digo, mientras, frustrado, miro el papelito.
-Ahora te toca a tí. A ver si lo logras, y concretamos una cita.- me vuelve a sonreír. Intento hilar palabras, pero solo emergen monosílabos. Su expresión cambia, y se vuelve insegura.- A menos que no quieras, y haya sido imprudente.
-Mmmmh... este....eh....no se bien que decir...- Martín aparece junto a mí, y me señala que ya podemos irnos.
-¿Entonces?
-Entonces...- la miro y el brillo de sus ojos parece irradiarme hasta el desconcierto.-  Si, tu espera mi llamada.- con ambas manos abro la puerta con fuerza y salto los escalones de la entrada, hasta llegar a plena calle. Soy una oruga recién nacida en un mundo de intereses nuevos. Simplemente no puedo borrar su sonrisa de coquetería y complicidad de mi cabeza.
-¿Todo bien?
-SI. ¿COMO TE FUE?
-Ha sido pan comido. Es tan simple como ingresar un nombre, unos comandos en todos los servidores conectados con los archivos de la prensa, borrar, y ya está. De paso, las causas pendientes en el Juzgado de policía local. Misión fácil, y exitosa.
-Exitosa, y ahora eres un agente activo. ¡Contraespía! Ahora sí que esto va volviéndose más cercano.

<<La unica vez que una sonrisa logró cautivarme así, venía acompañada del vestido amarillo que intenté evitar dentro de mi palacio mental. Ahora.... es imposible, está en cada rincón. Mi más hermoso fracaso. Isabel. Era una artista, tal vez aún lo sea.
Me descubrió enamorado de mi soledad, de mi grandeza, y trangredió todo. Como un ser de luz, tomó todo lo que yo era, todo ese resultado de fracasos, negaciones y años de marginación, y de un momento a otro, no pude vivir sin ella. Es que su alegría, su dulzura... Pasé de tenerme a mí, a querer cuidar de ella, a sentirme poderoso de tenerla, tan frágil, tan hermosa, ya no todo era destrucción. Con ella tenía el afán de que llegase pronto la época de germinar. Fuimos tan como uno, pese a ser tan desiguales, que su miedo a la violencia me llevó a abandonar hasta a mis hermosos cuchillos. Debería ser ilegal tanta concordancia, tanta esperanza, tanta promesa, porque te sientes seguro de tu vida, de una forma que no existe.
Me sentía responsable, pero a la vez, el conjunto de lo que construí me llevó a superar todo. Mi medicina, incluso, el ego que mantengo.
Cuando maté al milico que nos apuntó a mi y a la chica verdosa, fue La Caída. Isabel llegó a mi casa a a la mañana siguiente. Tan luminosa, como la primavera, y yo desmoronándome. Estaba temblando en el sofá, incapaz de moverme. Se acercó, tranquila, me tomó, y me lavó la sangre del rostro, sin preguntar nada. Se que veía desesperación en mi mirada. Y el silencio es compañia en estos casos... Y también veneno. Si hubiese dicho algo...
NADA. NADA HUBIESE CAMBIADO LO QUE YA HABIA OCURRIDO.
Cada vez se me dificultó más mantener el control. Hasta los debates y discusiones grupales que tanto disfrutaba se volvieron una pesadilla. Dejé de hablar. Las noches pasaban entre colérica ira y golpes a la pared.
Hasta que le prohibí tocarme. Porque si le hacía daño a ella, tan frágil, Alex se esfumaría del todo. Me volví furia constante, y ella se marchitaba.
Por supuesto que me sorpre
ndía que siguiera apareciendo. Lo único que quería era que dejase de volver. Porque estaba asesindola, pero era lo suficientemente egoísta para no echarla yo mismo, porque la necesitaba.
Un día no volvió. Y sentí el alivio por ella, y nuevamente la soledad.
La ge
nte no debería prometer cosas que no puede cumplir.>>


-Oye.- dice Martí
n, estoico,mirando con calma al horizonte mientras caminamos.- Gracias.
-¿Porqué? ¿Por mi gra
ndiosidad?
-Por te
nerme la confianza suficiente como para reflexionar sobre tus asuntos, en compañía mía.
-¿Que pasa co
n la gente hoy, que está tan inusual conmigo? Ya sé que soy divino, y hermoso, pero no me lo recuerden, que me da rabia estar entre tanto mortal- me río miserablemente.
-Si, pero de todas formas... no hablo mucho, pero cuando lo creo necesario, lo hago. Sé que te complica mantener el control, y hoy fuiste un buen apoyo. Te lo agradezco.
Ya, ya,acepto tu agradecimie
nto. Y DE MUCHO.- suena su celuar, y contesta con sigilo.
-Si,si... Alex. Para tí. - levanto una ceja, y tomo el maldito aparato con más sigilo aún.
-¿DIGA?
-Bue
n día, Alex.
-Sir, ¿que tal?
-Bie
n, relativamente ocupado. Hoy se someterá a votación nuevamente la Ley de fármacos, y se viene una nueva ola de acciones. Debo pedirte que por favor te reúnas con Labraña en una hora en el bar que está en la calle de la sede de los Batas Rojas.- El buen Bar Barroja. 
-¿Porque? ¿pasa algo? ¿quieren que no-destruya algo?
-Jajajaja. Pacie
ncia, estimado. Todo a su momento.
-Me
niego a ir sin algo de información.- Sir suspira, derrotado.
-Bie
n, es el celular de Martín, es imposible que esté intervenido. Se llamará a la Ley de iniciativa popular.
-Pero...Sir. Eso ni siquiera está aprobado, no forma parte del marco constitucional...
-Lo sé, es algo basta
nte obvio. Paraguay es el único país del contexto latinoamericano que ha logrado esto.- le escucho con atención mientras entramos a Galpón Z, hasta que en el jardín veo a Isabel, con el vestido amarillo, y choco contra la reja.-... ¿Alex?- estoy aturdido.-¿Alex, estás bien?
-Si, Sir, u
n golpecito, nada que derrote a un caballero. - siento el saborcito de la sangre cayendo de mis encías. Cuando entro al Galpon, veo a Daire hablando con Labraña.
-TU. ¿no se supone que debo verte en una hora?
-Si, e
n el bar,nos reuniremos con Astrian.
-¿Astrian?- eso se lo pregunto a Sir, aún al fono, y decido poner el altavoz.
-HACEIS PAUSA TODOS. MARTÍN. ¿Cómo te fue?- grita Daire e
ntusiasmada, y gira hacia mí.- A tí no te pregunto, por la sangre en la boca noto que te ha ido fenomenal- y lanza una risueña carcajada, acompañada de Labraña.
-Ha salido todo bie
n, Doña Libertad. Para los registros, usted está limpia.
-Si, si, excele
nte.- me ofusco. Sir, ¿puedes explicarme ahora de que va esto del tal Astrian?
-Por supuesto. Estabamos habla
ndo de la Ley de iniciativa popular. Imagina el siguiente escenario. Un programa de noticias online, con una cantidad bastante impresionante de visitas en tiempo real, recibe la visita de un Ministro de Salud que está en el eje del mundo político por un conflicto con las Cámaras legislativas, en compañía de un importante químico, para hacer acusaciones totalmente fundamentadas respecto a los laboratorios farmacológicos. Aproximadamente un 90% de la ciudadanía afectada directamente en el embrollo, siendo llamada a ser algo más que solo clientes o potenciales agentes sociales, sino a tomar directamente parte de la oligarquía competitiva mediante la posesión de un arma constitucional tan importante como la Ley de iniciativa popular.- Labraña me mira con ambas cejas levantada, puedo leer en su rostro, escrito, un "esto se ve prometedor."
-Puede ser, pero hace falta algo, otro factor, otra pieza del caballo...
-SIMPLE. -Se po
ne en pie Labraña.- Una miembro activa de la Central nacional de trabajadores se ha movilizado durante meses junto con Arturo y Astrian, reuniendo información en oficinas del Servicio al Consumidor,e incluso, acusaciones en las oficinas de Derechos Humanos, para poder hacer acusaciones contundentes sobre las horrendas práxis de los laboratorios, que han invertido gran capital en la carrera de algunos de los rostros políticos.... además,de seguro has oido hablar de la tipa...
-Catalina Farías.- interrupe Daire y Labraña la mira- ¿que? ante menudo discurso, algo debía decir, no puedo no decir nada. Además,la que la ha contactado hoy he sido yo. Así que esa parte del discurso es mía.- Luego se dirige a mí, con su seguridad usual, casi violenta al hablar.- Sabes bien que un lider carismático que genere tal principio de identificación y adhesión puede generar que esto, que por su cuenta ya tiene revuelo, se transforme en algo monumental. Sabes que si un participante de los peones adquiere influencia, puede ser de los más poderosos de los Caballos.
-... te
ndremos que ir afuera del estudio de grabación. Presiento que habrá un jaleo interesante.
-Pero esta vez
no me frenes si me ves tirándome a los leones, ¿quieres? Que si te llega otro balín por jugar a ser mi salvador, te haré algo mas que una pequeña insición- dice Daire, entre sombría y risueña. La observo atónito, tratando de hilar palabra.
-...¿eras tú?- era ella.Y lo recuerda justamente el día en que me invade aquel pasado. De pronto, vuelvo a esa antigua apranoia de que Daire y yo estamos más conectados de lo que me gustaría.
-Eras u
n quejica. Es un recuerdo que ha vuelto hace bastante poco. Y no, no era yo. Lo sigo siendo.
-Pero han pasado... 5 años, creo.
-¿Y?- su rostro cambia
nuevamente a la indiferencia, antes de alejarse. Desde que Gaspar decidió ser asado, nuestras interacciones aon así.

Yo solo suspiro,y me ofusco más. Ya no es la chica de pelo verdoso que quiero proteger. Es la chica de pelo verdoso que tiene que valerse por si misma. Yo tenía la capa de superheroe, luego, cuando fue suficiente, la tuvo Gaspar, ahora le toca a ella. Si,si, diganme malvado por eso, pero es necesario. Y es que no es primera vez que esto ocurre, no es el primer quiebre, y tampoco el último. Pero si, era ella... Doña Libertad, la Dama del abismo, siendo la damisela en apuros. Eso no lo esperaba.
-Claro que
no.- irrumpe tranquilamente Gaspar en mi cabeza.- Tampoco esperabas el hecho de necesitar a una muchacha tan quebrada que solo crees que puedes quebrarla mas. Alto, no me interrumpas. Recuerdas bien cuando yo, el "Lord", apareció, y el alejamiento que se produjo al acusarte de influenciarla y hacerla dependiente. Aquello fue positivo. Pero ahora... te da miedo. Miedo depender, porque has crecido egoísta y solo, y por el fantasma del vestido amarillo. Y ahora...ahora te dejas atacar por un muerto.- me entierro las uñas en las sienes hasta que sangre emerge. Daire me mira con cara de ciervo degollado, antes de pararse, acongojada, tratar de decirme algo, y correr hacia I.K, al laboratorio casero de explosivos.
 
De pro
nto, aparece Pete en la puerta, interrumpiendo la escena del Galpón, de cobardes, y de Labraña's y Martín's preparando un pequeño combate. -Antes de ir armando tanto alboroto social, Alex, se cortés y recibe a tus invitados
-¿que invitados?

E
n la puerta, aparece la silueta de Isabel. Excelente, no era solo un sabotaje de mi propia cabeza, afanada con intoxicarme con el mas adorable de mis fracasos.
Escombros, escombros e
n todos sitios. En el mejor momento, de volver a la acción- no de la forma usual, claro, lo cual me tiene algo ofuscado. Ultimamente pareciera ser que nada puede ser a mi manera, pero prefiero ahogarme en mi propia rumiación antes que compartirla.- reaparece aquella imagen. Salgo al jardín, y ella y Pete me siguen.
-A
nda, ¿de qué van ustedes?- me mantengo mirando hacia la reja, y sé que Isabel está detrás de mí, porque percibo su mirada, atravesándome el corazón.
-De
nada. Vamos de nada, Pete. ¿Qué haces aqui?- pregunto mientras prendo un cigarro buscando consuelo, a ver si no me tiembla la voz.
-Hola, Alex- respo
nde dulcemente, la muy puta.- Pasa que le he enviado a Gaspar tus ultimos ingresos este mes, de los libros, pero no me ha respondido...la cuenta estaba cerrada. Pensé que...tal vez era como las otras veces, que la cerraba por seguridad, y luego la reabría y me avisaba... Lynn me dió esta dirección...- me mantengo estoico, en silencio.-Tal vez no debí venir...

Desde el Galpó
n, se escucha algo de vidrio que choca contra el piso. Creo que prestar atención a eso será una buena distracción. Es I.K, que ha tirado un tubo de ensayo al piso, mientras en la otra mano aprieta con rabia un vaso precipitado hasta hacerlo reventar. Que lindura. Eso me distrajo, más su rostro, tratando de contener la furia contra Isabel, me perturba. Miro toda la escena con una ceja levantada, para ser Señor Interesante. Daire solo asoma la cabeza desde el laboratorio, pega una ojeada al sitio, a la mano sangrante de I.K, y desaparece.
-Irene.- susurra como pollito Isabel, asustada.
-¿La co
noces?
-DEJA DE LLAMARME ASÍ. MALDITA. ¿QUE HACES AQUI?- I.K parece u
n toro.
-Pero...como... ¿de do
nde se conocen?- I.K se acerca, dando pasitos, controlando la respiración para no escupir fuego, o ácido.
-Esta pequeña muñequita de trapo fue compañera mía e
n la Facultad de Artes.
-Eramos amigas, Ire
ne...
.DEJA ESE PUTO
NOMBRE. Ahora me llamo I.K- cambia el tono por algo mas cordial, y extiende la mano, con vidrios incrustados y sangrecita, para saludar a mi ex-angel, actual Sol negro. Ella duda mucho, y mira a IK. asustada.- Ah...y no fuimos amigas, no, no no no no no. Que no lo fuimos.
-¿Que ocurrió?- estoy e
n catarsis nuevamente, pero me causa curiosidad saber que el mundo que gira alrededor mío comparte órbitas.
-Oh, pues este débil trozo de car
ne me entregó directamente a Lynn. - se acerca a Isabel y la empuja.- Tu, con tu vocecilla tan refinada, tu tacto tan cálido, tu farsa... tus mentiras y exageraciones para salvarte el pellejo ¡engañaron hasta a Gaspar!.- Daire vuelve a asomarse, para mirar con resentimiento a Isabel.
-Fue por tu bie
n, Ire... - I.K la mira con ganas de ser cazadora.- I.K Tus cuadros...
-PRECIOSOS, SUBLIMES.
-Lle
nos de sangre y oscuridad... temí por ti...
-Puta me
ntirosa. Temiste por tí, porque hiciera algo más que gritarte cada vez que te acobardabas, que andabas por allí mintiendo a uno y a otro, encantando a cada cenutrio. Temiste ser parte de mis cuadros. Pero no debiste temer eso, no merecías convertirte en mi arte.
-Gaspar me dió la razó
n...- el tonito suavecillo de mi Sol ya no me parece tan agradable, sino que puro cinismo.
-¿Y cua
ntas veces te habías metido con el?- Isabel la mira con los ojos como platos.- Anda, tu carita de coqueta inocentona no puede ocultar para mi tu verdadero ser monstruoso. - Imaginarlos, revolcados, acostados, como ella,mi Diosa, en mi sábana, bendiciendo mis pesadillas... Gaspar no. Tal vez por eso ella nunca se quebró a causa de mi locura... porque yo no era su Universo... claro... que asco de consuelo. Mi orgullo me salvaba diciendome que tal vez ella estaba tan mal como yo... que engaño, que poca claridad.
-Por lo demás,- interrumpo. - Si deseas verle, dudo que puedas.- Ella me mira de lado.- ESTA MUERTO, CALCINADO.- y la tomo por los hombros, tratando de mirarla con odio... pero sus ojos, su vulnerabilidad, me recuerdan que mi poder no es para destruirla, a ella no, sino para protegerla. De pronto, el alboroto que se escucha desde el laboratorio es sinfónico. Labraña se asoma y queda pasmado, ante lo cual reacciono con I.K y corremos a ver. Daire, sonriendo, está vertiendo todos los compuestos químicos, al vernos, lanza una pequeña carcajada, se saca los guantes, y empieza a trazar frases en el piso, donde se encuentra la mezcla corrosiva de líquidos.
-Eh... chicos...- Pete, racional como pocas veces.- Creo...que debemos pararla, y salir de aquí, no sabemos que tenían esas botellas.- Todos asentimos, pero nadie hace nada. Así que tomo a Daire por ambos brazos, tratando de no mirarla, y la arrastro hasta el jardín. Martín trae consigo un botiquín, y da órdenes.
-I.K, Aprieta el botó
n que esta dentro del armario del laboratorio, y apresúrate, tendrás 5 segundos para salir de allí.- Ella acepta el desafío y se va dando saltitos.
-¿Que es esto?- le pegu
nto mientras el, concentrado, abre el botiquín.
-Precaucio
nes ante riesgo químico.
- Realmente no confiaba en que pudiesemos controlarlo.
 -Exacto. Pero creí que tú caerías antes que ella.- le inyecta un líquido extraño a Daire, le limpia con suavidad las manos, mientras ella ya no sonríe.
-Quisiera
no escuchar de Gaspar, nunca más.- susurra, y cae rendida en mis brazos, derrotada ante el tranquilizante.


-Así que... este es tu e
ntorno.- suelta mi Sol, con tono de preocupación.
-Y ahora vas a ve
nir con el sermón de culpable y preocupada, ¿cierto? Que te den.- sostengo a Daire mientras Martín sigue con lo suyo.
-Era esperable... el día que te e
ntregaste a la destrucción, solo ... esto...el sabotaje, era esperable.
-¿Que querias? tu me e
nseñaste a arder para proteger, para avanzar, me obsesionaste con tu ideal, me encegueciste con tanto Sol, como a todos. Y te fuiste. Simplemente no puedo vivir de falsas esperanzas. Las esperé por mucho tiempo.


-EH, ALEX.- suelta Labraña , que sale del Galpó
n en compañía de Francesca e I.K- iremos a reunirnos con Astrian. Luego puedes llegar tú, creo que deberías cuidar de Daire por ahora.- mira a Isabel, de arriba a abajo.- Señorita, el amarillo le sienta pésimo. -I.K ríe.
-Es que le hiciero
n creer a la muñequita tímida que era el Sol.- y me mira, burlesca, fulminante. ¿Cómo lo supo? ¿Lo he dicho en voz alta? ¿Quedó mi debilidad expuesta? Eso no puede ser. Francesca se acerca silenciosa, y se agacha a mirar a Daire. Le acaricia delicadamente el rostro.
-Todos creye
ndo que estaba bien... pero no habla...- luego me mira, suplicante. -¿ Que fue lo que pasó?
-Pues,
no sé de que hablas.- le escupo antes de huír de sus ojos de niña pura. Se pone en pie.
-Alex...
necesitar a la gente...no es de débiles.
-Si lo es. - fi
nalmente, de que me sirve necesitar a alguien, si nadie puede lidiar con mis problemas.
-Te equivocas... de débiles es
no asumirlo.- sonríe melancólica y sale del Galpón, a reunirse con los otros dos que la esperan para una reunión importantísima, mientras yo tengo encima a una medio-muerta que poco y nada me importa en este momento, ante la mirada desoladora de Isabel. Su imagen me duele.
-Bue
no...-suspira. - Debería irme.
-E
ntonces adiós.- suelta Martín, y me mira. Decido mirar con avasalladora curiosidad al botiquin mágico, a ver si logro intimidarlo. Todo para no mirar a Isabel. Huyo de la tormenta de ella y Gaspar. Es que eso tal vez no era... no, pero la sola idea, de mi princesa, mi salvación... Opto por lo sano, y decido enviar olas de desprecio a I.K, que además tendrá suerte de conocer a Astrian.
-Bueno... creo que mejor me voy...- repite Isabel con nostalgia, y camina derrotada hacia la salida.
-¡ESPERA!- i
nstintivamente, me pongo en pie y dejo a Daire sobre Martín, sin cuidado. Es que no puedo dejar que desaparezca, aunque fuese verdad lo que dijo I.K, no puedo.- Hoy es un dia ocupado...- me paso las manos por el pelo.
-Lo sé- me sonríe, y me habla con la suavidad de antaño. -  Me resulta extraño ver tu rostro ahora... la frustración, es constante. Excepto cuando te preocupaste por esa chica. ¿Estará bien?- me tiene sin cuidado eso, me estoy extraviando en su voz.
-Eh.... si, creo que sí.

-Puedes irte.- dice Martín, a secas, sin mirarme.
-¿Porque?
-Por la reu
nión con Astrian. Ya que te notas tan preocupado por Daire, te diré que puedes irte en paz- dice con sarcasmo.- Sid y Lynn llegarán en unos minutos.- iba a preguntarle como sabía que ya llegarían, si no le he visto hablar con ellos, pero Martín es, ciertamente, un tipo raro.
-Podemos cami
nar juntos.- me invita Isabel, que ya ha echado a caminar, y me mira, infantil. Le sigo, y avanzamos en silencio. Los bolsillos de mi pantalón me dan soporte.
-Eh...¿como te ha ido a tí?
-Bie
n. He vendido un par de cuadros... los de Irene aún los tengo, en el cobertizo, y dados vuelta. Me dan mucho miedo.
-¿E
n el cobertizo? Los cuadros sangrientos hermosos eran de ella?
-Había olvidado que los viste... si, era
n de ella. Ustedes son espeluznantes. La verdad, no sé que bien te hará estar metido en un grupo de gente como tú, lo único que logran es excusarse y ayudarse a hundirse.
-Te equivocas. - si, soy civilizado, solo co
n ella.- pero de todas formas...si tanto te preocupa, podrías venir más seguido a ver las dinámicas- no sé de que dinámicas hablo, si últimamente mi habitación es mi mejor compañía.
-¿En serio?- se acerca, y sus ojitos brillan. En el bolsillo logro reconocer el papelito con el número de Lydiia. Solo asiento, y sigo avanzando, para arrancar del deseo de deshacerme entre sus bracitos.



-Hola, Hal.
-¡Alex!, ya me extrañaba que
no llegaras con los demás. ¿Te llevo lo usual a la mesa?
-Esta vez te regocijaré co
n mi presencia en barra. Dame un whisky doble.
 -Te están esperando en la mesa. ..
-Lo sé.- le i
nterrumpo, mientras me bebo lentamente el brebaje, degustandolo, imaginando que se lleva mi amargura con cada sorbo.
-¿Como está Daire? Escuché lo que pasó.

-Bien. - me bebo el resto al seco y dejo el vaso en la barra.- Llevame una cerveza a la mesa.
-Por supuesto. Está
n al fondo, a la derecha.
-Préstame el teléfo
no.- me abre la puertecita, permitiendome el acceso a la barra. Pego una mirada rápida.- Esa botella de absenta no la conocía...- la tomo, examindola.- Dice ""Absithé". Es checa.
-Es que es de contrabando. Esta si tiene alto grado de tuyonas, no es como las mierdas post 98's, que eran lo más amargo del ajenjo y las dosis mas bajas de tuyonas.
-¿En cuanto me la venderías?
-A ti te la regalo. Te la debo.- me la e
ntrega. Yo sonrío, y cojo el teléfono, luego de sacar el papelito del bolsillo.
-Biiiiiiiiiip- biiiiiiiiiiiiiip- ¿Aló?- hasta co
n monosílabos ronronea.
-Lydia, te te
ngo una pequeña invitación.

Camino hacia la mesa, con los pasitos más cortos del mundo. Excelente, el tal Astrian no está.
-Va a llegar elegantemente tarde, está terminando el discurso con Arturo- me responde Labraña a una pregunta que no he hecho.. I.K está relajada y entretenida, riendo con Francesca. Me siento frente a ella, clavándole cuchillos con la mirada. Ella lo nota, y me devuelve los cuchillos. Jugamos unos minutos a eso, mientras Labraña observa concentradísimo su vao de whisky, y Francesca nos mira, cada vez mas impaciente.
-A ver si algún día dejas de implosionar.- le digo, sin despegar los ojos de I.K, que cada vez tiene una sonrisilla más burlesca.
-¿Para que? ¿Para explotar y ser igual de desinteresada y egoísta que ustedes?- gimotea Francesca, le quita el vaso a Labraña y se lo bebe. Luego pone carita de dolor y le sale una lagrimita.
-Garganta de pollito.- I.K le acaricia la cabeza.- Y en cuanto a tí, no tengo nada que decirte, y tampoco tengo porqué recibir tu odio por decirle a tu Solcito la verdad. Que no he sido yo, odiala a ella.
-NO PUEDO.- me levanto, enojado a más no poder, Francesca me mira asustadísima (tal vez piense que la golpee como aquella vez que...Daire, Gaspar, si.), I.K se mantiene como estatua, mirándome. Suspiro, y vuelvo a sentarme.- Si pudiese odiarla todo sería más fácil.
-Sería una pena, estimado, que debido a sus trancas emocionales, no pudiese lidiar con la reunión de hoy. Astrian realmente es una pieza importante, casi un alfil.- observa Labraña, aun sin despegar los ojos del vaso.
-¿Y donde está este tipo tan mágico, tan del Olimpo? ¿acaso no tiene un puto reloj?
-Alex, sabes bien que el tiempo no corre con los Dioses.- ríe I.K antes de beber su piña colada.- OH, ALFIL, TE LLAMO A APARECER.-toma el quitasol de la copa y se lo cuelga del cabello.- Miren, soy el Verano.
-Y como Verano, te ves muy bien, querida I.K- Saluda un tipo a mis espaldas, y trae consigo una silla. La coloca junto a mí, y sonríe.
-Al fin. ¿Que tal todo en la sede de los Batas Rojas?- sale Labraña de su estado de concentración con su ser-vaso de ser-veza.
-Un caos, de aquellos preciosos, constructivos. - saca lo que parece ser una cámara.- Tengo aquí todos los documentos, para que echéis un vistazo.- I.K la coge inmediatamente.
-Esto no es una cámara.
-Exactamente. Es una copiadora de la KGB. Tengo mis contactos,me gusta estar preparado.- ella sigue mirando al aparato, puedo apostar a que está tratando de deducir como funciona. Pierdo la paciencia y se la quito.
-Permiso, pero lo importante no es el aparato en sí, sino lo que hay dentro. Recuerden, no somos ingenieros.- me quedo pasmado ante la maquinita, y comienzo a inspeccionarla. - Eh... ¿como funciona?
-Es por esto que la guapa muchacha estaba inspeccionando.- I.K se sonroja.-, para poder imprimir los docmentos.- saca un cigarro, o lo que parece ser un cigarro, y con el, hace que la copiadora funcione y comience a imprimir en pequeñas hojitas. Ultimamente he perdido mi capacidad de tener razón.
-Contigo todo parece ser, eres toda una reafirmación del engaño fenoménico jajajaj. Préstame esos documentos.- Labraña saca sus lentes y comienza a leerlos, mientras yo intento hacer lo mismo, sin moverme de mi sitio.
-Hay que resguardarse, no se como ustedes no se han conseguido más aparatos de espionaje de la Guerra Fría.
-Es que tenemos una herramienta multiuso.-suelta Francesca, con la lengua afectada por el whisky.- Se llama Martín, y es edición limitada.
-¿De adonde creen que sacamos todo esto?- Claro, todos estos personajes están conectados.
-Se viene un golpe sin duda certero, y salvaje, esta noche, además de que el contexto se puso sorpresivamente más interesante.- levanta las cejas- Debo decirte, que tú, Catalina Farías y Arturo comaprtirán estudio con otro invitado de relativa influencia...
-...- Astrian mantiene un rostro entre expectacion, te-voy-a-saltar-encima-Labraña, y falsa calma.
-Salamanca.- y bebe un sorbito del vaso hipnótico.
-Andrés Salamanca... por la mierda. Mierda, debiste decirme antes de que llegase acá. Llama a Martín, que se contacte con Salomón. Ahora.- Labraña asiente, y sale del bar para efectuar la llamada. Astrian se mantiene con un rostro de calma y alegría, mirando hacia la nada, hasta que se dirige a I.K
-Te ves mejor.
-Siempre me he visto bien.
-Eso no te lo voy a negar.- Ambos se sonríen.
-Basta, basta. -interrumpo solemnemente ese potencial momento de insoportable melosidad.-¿Quién es Salomón?- el me mira impresionado.
-¿Que no le conoces?... pues, entonces, han considerado que aún no es pertinente que sea así. Me niego a revelarte información respecto a eso, pero sí me gustaría que me dieras tu opinión respecto a estos documentos.- me entrega una carpeta de papeles. Los hojeo.
-¿Como es posible que tengan tanta información y no hagan nada?
-Para dar el golpe certero y final, por supuesto. Por lo demás, esta información no la sacamos nosotros.
-La sacó Daire, usando el portátil de Sid.- interrumpe Francesca, y se larga a llorar.- Daire, que era tan alegre y ahora quiere matarse con químicos.- Labraña regresa hecho un demonio de Tazmania.
-Vamonos, ahora. El perímetro de los Batas Rojas dejo de estar resguardado cuando Gaspar murió, Salomón lo reestructurará pronto, pero ahora vámonos.- Salimos casi atropellándonos del local.
-Dispersémonos. Yo volveré a la Sede. Esta noche nos veremos, Labraña.
-Hey, nosotros también iremos. Las proyecciones dicen que con todo este notición, habra jaleo fuera del estudio.- no entiendo como es que esto no logra emocionarme.
-Pues entonces nos veremos.- me sonrie Astrian con desquiciante calma y temple. I.K se planta frente a el, le pone la sombrillita sobre una de sus orejas, y le da un beso de corta duración. El la abraza por la cintura y le susurra algo, antes de irse galopando al encuentro con Sir.
-Dijeron que nos dispersáramos.Así que vayanse, yo ire a ver a Daire.- suelta Francesca y se larga a llorar de nuevo.
-AAAAAAAAAARGH. Mujer, ¿que carajo te pasa?- I.K la mira extrañada.
-Ese es el problema. Que no pasa nada. Que nada cambia. Y todo vuelve a lo mismo.- trata de emprender camino hacia Galpón Z, y se da de tropicones.
-Anda, vamonos a ver a Daire. ¿Vienes?.
-Sigo odiandote. Y no, tengo una cita.- lo habia olvidado. Que dia mas ocupado, que tipo más proactivo soy. Todos me miran como si fuese bicho. Claro, algunos me miran asi por lo de la cita. Pero Francesca me ha de mirar asi porque no debe comprender. Sigue sollozando cuando la veo desaparecer.

Vuelvo a hojear los documentos que Astrian me dejó. Golpe directo a muchas caras vitales dentro del contexto político. Cuantos escaños podrían quedar vacíos por toda la información que Daire sacó. Daire, la chica manos de nitrogenoconnosequé. Miroel reloj de los humanos. Aún faltan horas para encontrarme con la contraespía. Suspiro maldiciendo al cielo.
Ese Galpón ya no es mi hogar, pero estoy obligado a volver. De pronto, un punto de laser rojo aparece sobre las hojas que tengo en las manos. Casi por inercia, cambio de hoja, a ver si el punto se va, pero sigue allí. Y se mueve, hasta apuntar a mi estómago. Menos mal que mi reacción no ha sido de levantar el rostro y tratar de encarar al culpable, mi forma de ser psicótica no ayudaría en esto. Gracias, Isabel, por dejarme conmocionado y bajo el contraste. Agacho la cabeza, me subo el cuello del abrigo, y emprendo camino, de vuelta adonde todo comienza, adonde todo sigue igual.
Espero que Isabel
no esté allí, no hoy. Y también espero que el programa en Canal Zero de hoy sea jugosisimo, deseo volver a sentirme vivo, a sentir afán de insumisión. Algo más que mera rabia.

Me alejo, acompañado de aquel invasivo láser rojo sobre mi frente, puedo sentirlo.

Concierto de Tripas.


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