Capítulo onceavo y dos tercios: Sobre rieles del caos.
Me sirvo desayuno tranquilamente con las provisiones que
Gaspar ha traído, y me siento en la mesita, acompañada por el hacha. Suspiro
calmadamente mientras revuelvo el café, esperando a que el montón de azucar se
disuelva del todo. Está anocheciendo, y hace frío. He tenido un dia
terriblemente provechoso, los dedos aún me apestan a gasolina. Cada vez que los
huelo, emerge una sonrisilla. De pronto escucho la reja, y pasos. Unos bastante
acelerados, y los otros más calmados. Excelente, ya se quienes son. Se abre el
portón.
- Chan chan chaaaaan. – escupo mientras sorbeteo el café.
- ¿ME PUEDES DECIR QUE SIGNIFICA ESTO?- me tira el
periódico.
-Vaya, que buenisimos modales tiene, enfermera Leonore. Creí
que se interesaría por mi pie.- subo el pie a la mesa y se lo enseño.- Parece
estar bastante regenerado, la sangre ya no arma show… lástima.
-No me hagas perder la paciencia, mocosa.- Gaspar se
mantiene tranquilo, pero tiene una expresión sombría.- Dime que has hecho.
-Oye, oye, calmate. Me entregaron una maleta con explosivos,
y solo saqué unos cuantos.
-Leonore voltea y le grita a Gaspar.- ¡Te dije que eso no
sería una buena idea! Ya viste como perdió el control en el hospital, estamos
lidiando con una sociópata.
-Eh… Leonore.- me mira furiosa.- Hola, estoy acá. ¿De qué va
todo esto?
-Va de que alguien debió hacerse cargo de ti y plantarte la
medicación nuevamente, esto no está yendo bien. Estás poniendo todo en riesgo,
de forma innecesaria.- me indigno y me pongo de pie.
- ¿Estás jugando a ser la señorita de psiquiatra? No te
queda.
-Tengo conocimiento suficiente como para saber que esto no
está bien.
-¿Y que está bien?
-Agh, no se puede hablar contigo- me da la espalda. Odio que
me den la espalda.
-¿Por qué? Yo creo que tu no puedes hablar conmigo porque no
tienes puta idea de cuanta mierda hablas con tus discursillos influenciados por
una moral idealista que en realidad no existe como tal. Me aburres.
Mientras Leonore se aleja, lentamente camina Gaspar hacia
mí.
-Hace un tiempo fuiste a mi oficina pidiendome ayuda. Pues
bien, hablemos.- Toma asiento, y en su semblante noto una autoridad hasta ahora
desconocida para mí. Le imito, y me siento.- Esto – y señala al periodico
local- ha sido una pequeña desviación del plan, ¿no te parece? No había que
hacerlo algo personal.
-Pues me ha dado la gana hacerlo.
-¿Porqué?
-¿Y porqué no? Estoy en un momento sumamente complejo, y
siento que hay recuerdos que me estorban en demasía. Esto ha sido un simbolismo
del quiebre con aquello.
-PERO MURIERON DOS PERSONAS QUEMADAS!- grita escandalizada
Leonore.
-¿Les conocías?
-No necesito conocerlas para saber que eso está mal.
-Les dejé una advertencia en sus puertas, no soy la mala del
cuento… no tanto.- Ella arma un berrinche.
-Gaspar, estaré en el auto.- El asiente y ella sale indignada
del recinto.
-Bueno, - continúa- ¿recuerdos que te estorban? Pareciera
ser que finalmente estas recordando algo de tu vida anterior a todo esto, de
Alex, del psiquiatrico. No es una señal mala, pero tu reacción parece un tanto
preocupante. No puedes ir quemando casas sin control ninguno. Hospitalizarte
unos dias sería una ultima opción, recuerda que el recinto tambien trabaja como
psiquiatrico, y habria que considerarlo ante tu aficion por destruir y llegar a
matar.
-No es algo usual, por la mierda, ¿tan estandarizados son
que piensan que una acción unica se va a volver reiterada?
-El comportamiento sociopático sumado a tu impulsividad dan
para creerlo, ¿no te parece?
-No. – me mira fijamente un instante y anota un par de cosas
en su ficha. ¿Mi ficha? Reconozco la foto de cuando recién me ingresaron… oh…
-Parecen ser acciones mas sintomáticas que de tu carácter en
sí, y por eso es que quiero prestar especial atención en esto. No queremos que
te metas en un lío por ser incapaz de elegir entre quien eres y lo que tu
impulso te dicta.
-¿ES UNA BROMA? ¿Estás diciendo que los impulsos no
conforman la identidad como tal? ¿la capacidad inmediata de elección sobre los
deseos, necesidades e intereses?
-Por supuesto que no digo eso, pero tu impulsividad está
totalmente arraigada a tu ira, y aquello ya se vuelve patológico. Hay
situaciones, en las que te pones en riesgo tú misma. Tu afición por los
cuchillos, y tu incomprensible conversión de recuerdos son alarmantes. Esto no
es solo por nosotros, Daire, es por ti. Si bien, no reconozco la existencia de
una felicidad como tal, si aspiro a cierta estabilidad.
-Claro, estabilidad, pero suprimiendo gran parte de las
respuestas instintivas. ¿No es como un disfraz todo esto? Disfracenme de nuevo
de antipsicóticos, la ultima vez resultó sumamente bien- la ironia me sale
hasta por los pelos.
-Tal vez no era el indicado- hojea mi ficha-, pero es
importante que pongas de tu parte, o esto no va a resultar. Sabes que no tengo
interés en engordar a cualquier empresa farmacológica o alimentar el deplorable
mercado que arruina la libre medicina, pero hay veces en que esto es
necesario.- le escucho con tristeza.
-Adelante, probemos.
Me entrega una cajita de Risperidona.
-Compromiso y responsabilidad.
-A la mierda, dije “probemos”.
-Bueno, iré a despachar a Leonore.
-Mandale mis saludos, y esto- le entrego un cuchillo enrojecido,
y el me mira preocupado.- No es sangre de verdad, es para joderla, hazlo por
mi, ¿sí?- mi mueca, que parece ser una sonrisa parece turbarlo, pero acepta.
Cuando sale, aprovecho de tomarme uno de estos asuntos
sodomizadotes de impulsos eléctricos, y el efecto es inmediato. Se me cae la
taza de café, y solo alcanzo a pensar en el azucar, antes de caer tumbada en el
sofá.
El día de hoy no anda mucho mejor, esta cosa es voráz. Si en
algun momento sentí riendas en el cerebro, esto es un yunque directo a los
lóbulos frontales, tanto así que hasta me cuesta abrir los ojos y respiro con
dificultad. Decido no moverme y quedarme en casa todo el día, tal vez más
adelante, con la adaptación de los glóbulos rojos a enviar este compuesto por
mi cuerpo, pueda “funcionar” y ser un bonito robot de productividad. El sueño
de todos. Tomo el periódico que Leonore trajo ayer, y lo hojeo hasta llegar a
la noticia. No es la gran cosa, saben que fue intencional- y como no saberlo,
si en las puertas de los pocos habitantes de los departamentos coloqué una
advertencia, tan malvada no soy, por favor.- pero no tienen ningun sospechoso
más que una joven de “apariencia extraña”. Así me definen estos hijos de puta,
que ni siquiera recuerdan que alguna vez, viví allí. Tengo tanto asco de la
humanidad, y ni siquiera puedo levantarme a gritarlo.
Aparece Gaspar, a la hora usual, y me pregunta como estoy.
-De puta madre- balbuceo. Trato de decir algo más, pero me
duele la cabeza hasta para pensar.
-Ya es hora de que te tomes el remedio.- Ya que estoy en
esto, lo ingiero, y muero nuevamente.
Amanece lloviendo, y yo amanezco sin poder amanecer. El día
transcurre igual que el anterior, solo que a la hora de tomar el fármaco,
reniego de aquello. No intento levantarme, el dia ya ha sido desperdiciado,
pero mientras se absorve y acaba el quimico en mi cuerpo, noto todos los
remordimientos, y la pregunta fundamental. ¿Es un remedio para que? Para no
saber del engaño, probablemente. No comprendo la necesidad del engaño si
eventualmente todos nosotros vamos a destruir esto, y a terminar de pudrirnos
para morir.
Al día posterior, actúo como si estuviese dopada, y le pido
a Gaspar ir con el al recinto. Al entrar, me entra el miedo de si me van a
encerrar. Leonore sería capaz. Llegamos al pabellón de psiquiatria, y, evitando
ver por la ventana de todas aquellas habitaciones, le digo que me lleve a ver a
Alex. Entro a la sala blanca, y allí está, despierto nuevamente.
-Alex.- gira y me mira con alegría.
-Daire, que alegría de ver algo que no sea blanco en esta
mierda.
-Ha de ser enfermante. ¿Sueñas con paredes blancas?
-Sueño con paredes con sangre. Oye… supe lo que hiciste.- me
propongo interrumpirle, pero lo evita.- Si, Leonore me lo contó. Tiene esa
pequeña y deplorable visión de que un par de caídas son realmente malas, en vez
de necesarias, y sin embargo, está de acuerdo con llenarte en neurolépticos y
serotonina. Ha de creerse la mujer despacha hormonas.
-Jajajaj. Ella ayudóa crear todo esto… me refiero al plan,
no comprendo que pudo hacerla creer que el bien se logra solo con bien. Algo
debe haberle sucedido, que es incapaz de reconocer la existencia del mal
llamado mal.- De pronto, aparece otra enfermera en la puerta.
-¿Si? ¿Viene a imponer presencia policial?- le digo.
-Me han enviado a buscarla a usted, señorita.- caigo en la
paranoia del encierro, y comienzo a hiperventilar. Miro asustada a Alex.- Psst,
oye, yo ya estoy bien y puedo caminar, desatame lentamente, y nos vemos en la
salida que da al café, ¿vale?
Asiento con la cabeza, y trato de hablar trivialidades para
despistar a la enfermera de pie allí. Cuando lo desato, instintivamente actúo.
-¿Tienen planes de encerrarme?
-Me han enviado a buscarle- me mira de forma despectiva.
Cojo todo lo que encuentro y lo tiro al suelo.
-RESPONDAME LA PUTA PREGUNTA.- Al ver que se inmuta, me
arriesgo. Cojo un bisturí y me acerco con mi mejor cara de manía hacia ella,
mientras hago señas a Alex para que escape.- Respondame, y suelto esto ahora
mismo.- Ella se aterroriza, y mira a ambos lados buscando a quienes no están.
-Si. Me han enviado a buscarla para que los demás enfermeros
la lleven a su habitación.
-Ah.- me guardo el bisturi en el bolsillo- haberlo dicho
antes, ¿es bonita?- comienzo a caminar, y ella desorientada, me sigue.
-Es … igual que todas.
-Que puta mierda, ni para hacer las habitaciones son
creativos en esta basura.
Mientras avanzamos, siento pasos a mis espaldas. Es Gaspar,
que solemne me hace una reverencia con la cabeza. Le ignoro.
-¿Qué pasa?
-¿Qué PASA? No lo se, dime tu, que significa toda esta
mierda.¿ Es un discurso tuyo esto de generar el quiebre total de la maquina?
Porque pareciera realmente que lo que se aferra a la decadencia a ti te causa
progeria, y lo catalogas de peligroso. PONME LA PUTA ETIQUETA EN LA FRENTE.
-No es eso, Daire- dice intentando mantener la calma. – Es
que esto no eres tú.
-¿Y que si lo fuera? ¿Eh? ¿Todo lo malo es patológico?
Practicamente cada cosa que haga les parece sintomática, y ya me parece que se
han embrutecido, hasta tú, que parecías ser el soberano instaurador de la nueva
psiquiatria, pero eres más de lo aberrante .
- Necesitamos que estés bien para lograr todo lo que
planeamos.
-Y que es estar bien? ¿Tu estás bien? ¿Te sientes bien
haciendo esto? Faltando así a todo lo que has estructurado, deberías
avergonzarte de ti mismo, pero yo lo haré por ti.
-Claro que no me siento bien, pero hay que centralizarte un
poco, bajarte los decibeles y la velocidad.
-Me gusta mi velocidad. Que no sea la misma que la de
ustedes no significa que esté mal. .- Gaspar le hace una seña a la enfermera, y
ella rapidamente se va del pasillo, dejandonos solos.
- Entonces… ¿Por qué me pediste ayuda si te sientes así?
-Era por causas distintas, estaba insegura, estaba con
miedo. Pero no era miedo solo del mundo, sino que miedo de mi misma. Y eso es
unicamente porque llevo años negándome, y aceptando que con sus pastillas me
digan quien tengo que ser, somentiéndome. Me han hecho un espectro… un espectro
en medio de un escenario y la audiencia feroz reclamando cada parte de mí.
Estaba asustada de eso, de no saber de que puedo ser capaz, de no saber mis
propias limitaciones, porque me han impuesto, y a todos, como tenemos que ser
para ser aceptados, y hasta queridos. Nos han vuelto hambrientos de todo lo que
no necesitamos! Dime, ¿porqué te busca la mayoria de la gente?
-Porque se siente infeliz con su trabajo, en realidad. Es el
mal de la epoca moderna.
-Bueno, ¿y que haces tu para ayudarles?
-En parte intento mencionarles sobre la toma de conciencia
de su propio potencial, y tambien intento ayudarles a , si bien, no sentirse
felices, estar conformes con sus relaciones de verticalidad.
-Oh, Gaspar, a veces eres un VERDADERO ENTE NAUSEABUNDO. Yo
sé que muchas veces me provocas para demostrarme lo que puedo hacer, o que
tienes ciertas prácticas sumamente novedosas y que comparto. Pero el
conformismo-es-metástasis. Todo lo que dicen constantemente, sobre la
desesperación, la angustia y la pérdida de esperanza no son enfermedades, son
respuestas naturales a todo el estímulo que se nos está presentando! ¿O es
antinatural estar frustrado por todas las cadenas que se nos imponen, y que
aparentemente solo podemos adornar en vez de romper? No es sintomático! Es la
realidad, o se acepta como tal en la desintegración, o se vive dentro del
cascarón.
- Eso lo sé, en parte. Tal vez mis métodos no te parezcan,
pero momentáneamente, es todo lo que puedo ofrecer. También estoy limitado a
ciertas cosas, o perdería mi licencia.
-Bien… tu tienes miedo a perder algo. Yo ya he roto el
cascarón, y tengo que enfrentarme tanto a mis asuntos pasados, como los que se
han de venir. Ajeno a lo que sea que me ocurra , que sea maniaca, depresiva,
elefante, tortuga, da lo mismo. Los limites que sea que rompa, y causen
repercusion… bueno, es un aliño. Pero por favor… por favor, no me encierres.-
queda pensativo largo rato.
-Diré que te fuiste, simple. Si preguntan, nadie te toca.
Recuerda que soy el “Lord”.
-Cuando seas el Lord de las ratas te alabaré, por ahora, eres
un bufón.- río, y salgo corriendo. En otro pasillo solitario, antes de llegar a
la salida, me encuentro con la enfermera molesta y cobarde.
-¿Cómo te llamas?
-Rocío.- me dice asustada y cortante.
-Bueno, querida Rocío.- me acerco y con un dedo le toco el
rostro- ha sido un verdadero gusto.- me agacho a amarrarme el zapato, y le
devuelvo el bisturí.- Es bastante filoso.
-Deben ser así para cortar puntos y carne.- sonrío, y salgo
corriendo por la puerta, mientras escucho un gritito. Habrá descubierto que
cuando me agaché, le hice un gran corte en la pierna que no notó, por el filo
del bisturí.
Salgo, y me encuentro con Alex vestido con la ropa del
conserje.
-Una seudo-baja necesaria, le di un par de golpes, está
saludando al piso jajaj. ¿Porqué tardaste tanto?
-He tenido una pequeña charla con Gaspar. Ya no será
problema.
-Mas le vale no serlo, por lo que recuerdo ustedes estan
viviendo juntos ¿no es así?
-Si, ¡oh! Tenemos que ir, ahora. Alojo, informaciones, y
explosivos.
-Suena como una combinación para deleitarse, Daire.
Llegamos, y veo que el portón está abierto. Nuestra sorpresa
cuando vemos a una bastante enyesada Francesca, mirando por el balconcillo, es
compartida. Alex para de golpe y se queda mirando su pequeña espalda, consternado.
Lo miro a él, luego a ella, mientras me rasco la cabeza, incómoda.
-Eh, franny! Tanto tiempo sin vernos, baja a saludarnos.-
ella voltea y sonrie, antes de bajar lentamente los escalones. Se planta frente
a Alex.
-Oye… lo que pasó, de verdad no importa, yo sé que lo
lamentas, y que no ha sido tu intención. Pero supongo que ya estás bien ,
¿verdad?- pone cara de niña pequeña en navidad, a lo que Alex responde un un
gruñido, y luego sale al jardin con brusquedad.
Francesca queda impresionada ante esa reacción.
-Es que en verdad, tu frase sonó muy bonita, pero acarrea
demasiados demonios.- le digo antes de salir y encontrarme con Alex, en
cuclillas, apoyado en la pared, tirando piedritas.
-Lamentar, intencion, bien, ¿no es así?
-Las palabras exactas.- me responde y luego me mira.- ¿Cómo
supiste?
-Una de tantas pesadillas es tener que cargar con el peso de
esas palabras, que involucran cierta expectativa que no logro comprender.- El
se para y da patadas a la tierra.
-No puedo permitirme lamentar algo, simplemente no puedo,
implica demasiada emocion.- se pasa la mano por el pelo.- NO LOGRO SOPORTARLO.
-No lo lamentes entonces.
-No puedo evitar hacerlo.
-Esta vez, dejemoslo en que el impulso luego del impulso, es
lamentarlo. Seguimos siendo presos en cierto punto de la empatía.- le digo, y
doy un suspiro de negacion, antes de dar un par de golpes a la pared con mi
espalda.- La empatia es instinto natural, no emoción necesariamente,
recuerdalo.- y entro nuevamente a sentarme junto a Francesca en silencio.
Escucho un auto frenar frente a la reja, a alguien bajar, y
al auto partir nuevamente. Leonore ha venido a dejar a Gaspar, y por suerte, se
ha ido. Cuando él entra, le acompaña Alex.
-Vaya- exclama al ver a Francesca.- Pareciera ser que ahora
está el equipo completo, y en que momento tan oportuno.
-Si, alcancé a escaparme de tu puto psiquiatrico con Daire
para estar presente en tan alegre festejo- dice Alex con amargura.
-Lo siento por eso, Alex. Pero de veras, cuando las cosas se
salen de control, es la unica forma inmediata que se maneja para tranquilizar…
se que no es muy ortodoxa, y no suelo recurrir a ella, pero de todas formas, lo
lamento. Siempre es pensando en tu seguridad.
-Que gracioso, piensan en mi seguridad cuando ni yo pienso
en ella.
-¿Quisieras haberle hecho más daño a Francesca?- Gaspar, a
veces, va directo a la vena, el muy bastardo.
-… yo no queria… no.
-Algo comprenderás de lo que te acabo de decir. Pero bueno,
me alegra que de una u otra forma, estemos juntos.- Se pone en pie, y trae la
maleta.- Está CASI llena de explosivos.
-¿Casi?- pregunta Francesca tímidamente.
-Es que Daire quiso probar a ver si funcionaban en un
edificio.- entre risas comenta Alex.
-¿Y que pasó?
-PUES FUNCIONARON. El edificio se desplomó y dos personas
murieron. Bonito final para un monton de explosivos y gasolina.
-No esperaba otro.- comento yo con cierto orgullo.
-EJEM. – carraspea Gaspar.- Como sabrán, esta misión se le
ha asignado a regañadientes a la señorita Daire, y por supuesto, alcanza para
hacer volar varios edificios que ya informaremos cuales son. Debo llamar a Sid
para confirmar la dirección de los lugares y cuando será el día.- Me parece una
rareza que el mismo hijodeputa de los neurolépticos esté tan emocionado por
destruír con cierta estructura. Realmente las personas tienen una tendencia a
la inercia que no es única y estática, sino que puede convivir con el
movimiento, al parecer. Se levanta, y llama por telefono. No alcanzo a oír lo
que dice, pero cuando vuelve, parece sumamente ansioso, y escupe con una
sonrisa.
-Tenemos dos días.
-No.. es muy poco tiempo.- Francesca suena realmente
preocupada.- Con Alex ni siquiera estamos enterados del plan a seguir esta vez.
-Yo tampoco, no del todo- dice Gaspar, y me mira, severo.-
Sea lo que sea que debamos hacer, comenzaremos mañana a primera hora.- yuju, la
emocion de empezar a armar caos antes de desayunar.
Esto requiere un disfraz. Cojo una tijera oxidada y me corto
el cabello, del lado izquierdo, y ordeno el cabello restante hacia el lado
derecho. Cuando me miro en el espejo, apenas se me ve un ojo, y los putos
reflejos del color verde más podrido que existe brillan risueños. Mi ojo, el
ojo de la decadencia eufórica. Me visto rapidamente con abrigo largo, guantes
de latex y botas, y me siento. Todos menos Alex y yo se disponen a dormir, por
lo que esperamos juntos al amanecer.
-¿Qué has tejido esta vez?
-Oh… algo grande, muy grande. Lleva todas tus armas mañana,
querido. Daremos una vuelta por el psiquiátrico mientras Francesca y Gaspar
hacen lo suyo.
-¿El psiquiatrico?- sus ojitos brillan como estrellas.- Pero
eso no es todo.
-Claro que no lo es, hay bastante material para causar
varios daños en puntos localizados. Gaspar tiene el mapa de todos esos puntos
menos este, que es nuestro pequeño regalito de venganza. El y Francesca partirán
durante la madrugada y se dividirán, nosotros iremos en cuanto se vayan. No
saben de nuestra mision.
-Esto está pasando jodidamente rapido, ¿no es un sueño? ¿no
sigo encerrado? ¿soy quien creía ser?
-Eres quien eres, Alex. Ni todas las drogas del mundo podrán
quitarte tu encanto hiperventilado y maniaco.
Gaspar se levanta, y lleva dos maletines pequeños. Lleva
guantes también, y un abrigo enorme que cubre la mitad de su rostro.
-Oh, ¡llamen a la policía, viene el hombre del abrigo! Jajajaj.
-Es necesario, Alex.- extiende su mano hacia Alex, y el se
la recibe, saludandolo frenéticamente.- Me agrada ver entusiasmo. No estoy muy
seguro sobre la participación de Francesca… digo, está enyesada e inmovilizada.
-¡ESO ES MEJOR! – grito desmesuradamente- digo, no es que
sea hermoso que esté asi (y lo es en parte), sino que nadie sospecharia de una
niña tan frágil y tierna con una maletita, mucho menos en el estacionamiento Banco
Central y de la sede del Partido de la Izquierda.
-¿Ves?- Alex se para y se inclina sonriente hacia Gaspar-,
habrá sido un mal impulso el mio al dejar así a la muchachita, pero ha sido
util.- Levanta ambas cejas y se aleja dando pasos largos, a buscar sus
cigarros. Gaspar suspira y mueve la cabeza en señal de negación.
-Gaspar. ¿Y los demás participantes? Digo…El recinto no
estaba vacío. Recuerdo a muchos más rostros involucrados en esto.
-No estan en todas sus capacidades como para ser parte de
esto.
-Pareciera ser que nos estamos adueñando de algo que si bien
tu comenzaste, ya no es nuestro, sino de todos. ¿Están incapacitados como Alex
y yo?
-Algo así.- su expresión cambia, y parece preocupado y
atormentado. Hay algo que no me está contando.- Hemos de irnos. ¡Francesca, ya vámonos!-
baja ella, y para aparentar más inocencia, se ha hecho trencitas. Alex lo nota.
-Uy, pero que bonitas.- se acerca a tocarlas- Siento el
deseo terrible de arrancarlas. Pero no lo haré.- Da un paso atrás solemnemente,
hace una reverencia, y vuelve a sentarse junto a mí.
-Nos encontraremos en 5 horas en el recinto.- se despide
Gaspar, después de mirarme fijamente a los ojos con desesperación. No comprendo
nada.
Aguardamos un rato, y nos terminamos de preparar para
partir. El arsenal de dagas y cuchillos que llevamos metidos en los abrigos es
hermoso, pareciera ser un abrigo de cuchillos. Alex abre el portón del todo, y
respira profundamente.
-AAAAAY, LA MAÑANA HUELE A DESEOS DE ARDER.- le tiro la
maleta con los explosivos.
-No olvides ese pequeño detalle, maldito bruto.- cojo el
hacha y la llevo al hombro. La gente en la calle voltea a vernos, no se porqué
tengo la impresión de que llamamos la atención.
Al llegar al recinto, entramos por el estacionamiento, y en
cuclillas, bajo hasta el sótano donde habita Sid. No está. Claro, todos los huéspedes
“sanos” han de estar trabajando.
-Acá van los explosivos.- dirijo a Alex por los pasillos
subterraneos.- En este mismo punto es donde toda la estructura tiene soporte.
-Bien, bien- silba mientras instala el dispositivo.- Le
pondré 6 horas, así Gaspar y Francesca alcanzan a llegar antes.
-Si, si.- la ansiedad me está consumiendo.
Salimos y nos dirigimos al pabellón de psiquiatría. Leonor
nos da la malvenida.
-¿Qué mierda se supone que están haciendo ustedes?- nos mira
raro, yo creo, que hemos de vernos raros para ella. Puta zangana.
-Y recordar que alguna vez tu me prometiste que esto iba a
cambiar, hija de puta.- Le sonrío, y dejo el hacha apoyada en el piso.- ¿Te
acuerdas? ¿Qué maldecias que nos llenaran con fármacos, nos amodrazaran y
golpearan hasta la falsa cordura? Y ahora te parece una solucion efectiva.
-ES PORQUE ESTÁ EN CELO! Esta dejado caminos de baba por
Gaspar!- Alex tambien sonríe. Somos taaaaaaaaaaaan sonrientes.
-Es porque he conocido a escorias como ustedes, que ya no
son personas!
-Oh, Daire, mira, ha terminado de asumir nuestra
superioridad. Personifiquemosla a ver si entiende- con cara de maldad pura,
abre su abrigo, y Leonore, al ver tantos cuchillos, pega un gritito. Yo cojo
uno de los mios y me saco algo del diente con él.- Verás, Leonore, estamos en
una misión. Gaspar vendrá dentro de poco. Te recomiendo irte y sacar a la mayor
cantidad de tus funcionarios, rápido.
-¿Qué van a hacer, malditos enfermos?
-Ser libres, maldita seudo-sana.- Alex parece estar
perdiendo la paciencia.- Leonore, te tengo respeto, pero sigues con tus putos
peros de siempre, y así no se puede.- hace un gesto de resignación, y voltea. Cuando
gira de nuevo, la amenaza con el cuchillo.- O eres de nosotros, o eres del
sistema, no hay punto medio.- Ella traga saliva.
-Bueno, bueno. Me iré, volveré cuando aparezca Gaspar.
Huye rápidamente, para nuestro alivio. Y caemos en cuenta,
este sitio es nuestro solo por 5 o 6 horas. Alex y yo nos miramos, sonreímos, y
apretamos el botón que abre las celdas…perdon, puertas, de las habitaciones. Vemos
salir a algunos asustados y sumamente curiosos, mirando como zarigüeyas todo
cuanto les rodea. Otros salen corriendo y merodean ansiosos por los pasillos.
Me subo al mesón de la recepcíon.
-Saludos, estimados hermanos. Es momento de que presenciemos
juntos el cambio que se nos prometió. No pueden habernos traido acá por un
engaño, no no no. El engaño nos lo hemos tragado, y ya es hora de despertar.-
Doy un hachazo al monitor de un computador, mientras Alex entrega frenéticamente-
como siempre- las fichas de los pacientes a sus dueños. Al leer en sus
facciones el horror, esto se prende.
-A mi me dijeron que era todo por mi bien, que era necesario
para callar las voces.
-¿Cómo te llamas?
-Martín.
-Bueno Martín, te han mentido. Apuesto a que seguías escuchándolas,
pero eras incapaz de responderlas. O incluso. Ni siquiera callan a las voces,
te quitan conciencia suficiente para oirlas. Y ESTÁ EN SUS PUTOS LIBROS! Se ríen
de nosotros. -Una chica levanta la mano.
-Tía , tu cabello es tan extraño, me agrada! ¿Qué planean
hacer?
-Bueno, -vuelvo a sacar un cuchillo y juego con el- ¿les
parece si quemamos este sitio?- Otro tipo, joven, y delgadisimo, salta al mesón,
junto a mí, y Alex mira entretenidisimo.
-Oigan todos! Ya estamos cansados de no tener siquiera la
maldita noción de que dia es. No es relevante, pero el extraviarse a causa de
todas estas mierdas que te cocen el cerebro ya debe parar. No es suficiente, y
no podemos vivir nuestras vidas. A muchos nos trajeron , luego de una charla
por la calle, diciéndonos que parecíamos aptos para cumplir con nuestro ideal
de quebrar el sistema, jamás nos dijeron que nos veían como enfermos, y tampoco
le hacen a todos los que vienen lo mismo que a nosotros. ¿Cuál es la puta
diferencia! – y salta sobre los teclados, haciendo que las teclitas vuelen.- ¿Qué
somos consecuentes entre deseos y acciones? ¿Qué nos tienen miedo? ¿y porque no
se tienen miedo a ellos mismos, o es que tambien se engañan con esa mierda?-
Voltea, y me mira.- Sé quien eres, eres Daire, ya te conocí acá adentro antes. Dime
Pete, y estoy de acuerdo. Hay que romper el cascarón. Partiendo por esto. No
pueden quitarnos nuestros ideales. -Me emociono un poquito, y luego de ponerle
una mano en el hombro, le entrego un cuchillo.
-Bienvenido.- Alex reacciona de esto y pega un alarido.
-BIENVENIDOS TODOS! SOY EL DISPENSADOR DE CUCHILLOS!
-¿Para qué los cuchillos?- pregunta la chica a la que
le-gusta-mi-puto-cabello, y pasa otro tipo, coje a la fuerza el cuchillo, y lo
mira hipnotizado.
-¿Cómo que para que? Siempre es necesario tener una de estas
bellezas.- y sigue mirandolo embelesado.
-Hey, no vayas a clavartelo, es para defensa en caso de
emergencia, ¿si?- le digo sin ofenderlo, es por precaución. A veces pasa que
pasa, y no queremos muertos.
Logramos movilizarlos a todos, y antes de avanzar, le doy un
hachazo al CPU con la información de todos nosotros. Un hachazo, y otro, y
otro.
-HOGUERA! – grita otra chica. -Estos restos de nosotros hay
que volverlos cenizas ahora mismo. – no se de que manera lo hace, pero logra
prenderlo, y todos braman alegres y con los puños levantados. Cuchillos en
mano. Ay, esto es tan bonito. Solo faltan los malvaviscos y una guitarra de
mierda. Miro a Alex, que me sonríe satisfecho, y prende un cigarro en ese maldito
fuego.
De pronto, cuando con los muchachos avanzamos a la salida,
vemos frente a la puerta una fila de enfermeros, guardias, Leonore, un tipo de
terno que jamás he visto… y Gaspar.
- ¡SALUDOS! – se adelanta Alex de un brinco- Usted, ¿Quién mierda
se supone que es?- El gigantón hace una seña a un guardia, que le da un
correazo en plena meilla a Alex.
-Yo mantengo este sitio. Es primera vez que vengo, y ahora
noto la causa de tantas irregularidades. Luego de encargarnos de todos ustedes,
manga de fenómenos, suspenderemos indefinidamente al señor Gaspar por la mala
gestión.
-¿Fuiste tú?- le escupo a Leonore apuntandole con un
cuchillo- Tu nos has delatado, PERRA DE MIERDA, ME DAS ASCO, NO ERES MÁS QUE
UNA POBRE ESCORIA HUMANA JUGANDO A SER BENEVOLENTE, PUTA VENENOSA.- Otra seña y
un guardia me da una patada en el estomago. Me retuerzo en el piso- Debí matarte
todas las veces que he podido, Y ARRANCARTE HASTA LAS PESTAÑAS POSTIZAS.- Me
dan otra patada y me quedo en silencio.- Miro encolerizada a Gaspar.
¿Habrá logrado poner los explosivos donde le correspondía al
menos?. Algo intenta decirme con la mirada. Es una… ¿despedida?
-Señor Dumb, arreglemos esta situación inmediatamente en mi
despacho. Despídame ahora si lo desea, pero que sea ya. Deje a estos pobres
organismos vivos con los guardias aquí, ya verá, los lideres han sido
silenciados. Vamos.- Le hace una seña con la mano. Antes de irse, me hace una
pequeña reverencia, y se vuelve a despedir con tristeza. En una de sus manos,
veo uno de los maletines con explosivos.
Oh, mierda.
1 comentarios:
Y tan lindo que se veía todo. COMO CARAJOS EL DISPENSADOR DE CUCHILLOS NO ES ÚTIL
espero a lo que viene.
Publicar un comentario