Onceava parte y un cuarto: Huír y luchar.
Ya voy jadeando de tanto pedalear, y noto que comienza a atardecer. No hemos
parado en ningun edificio relativamente cercano al refugio, para evitar
levantar sospechas estando en sectores aledaños por el momento, o algo así me
dijo Gaspar, que ni siquiera está cansado. Cuando llegamos a la autopista
central, voltea a gritarme algo.
-Ahora si te vas a cansar!
-Pero… ¿qué? Vamos a ir por la autopísta? ¿es un chiste?
- No, no lo es, vamos.
Empieza a andar y pego un chillido. – ¡DETENTE EN ESTE PUTO
MOMENTO!
-Daire…- retrocede.- no podemos aparecer mágicamente en el
barrio que está del otro lado, además no pasará nada, un poco de aventura no
daña a nadie.
Vuelvo a mirarle con cara de querer matarle, y esperando que
le exploten las ruedas de la bicicleta.
-¿O tienes miedo?- y me mira, sugerente.- Porque si tienes
miedo, y lo estás evitando, puedo seguir yo solo, y ya sabes, te quedas
pedaleando por las veredas.
Si, está disfrutando esto. Lo observo de reojo, con odio, y
le escupo- Pedalea, yo te sigo.
Sonríe de forma engreída, como si el logro fuese de el. Echa
a andar y cambia la postura, se pone de pie y se echa hacia delante.
-¡Prepárate! ¡tendrás que andar muy rápido!.
Lo veo adentrarse en la carretera y la fuerza del viento
tratando de desestabilizarlo. Respiro hondo, cuento hasta 3 y echo a pedalear.
Al comienzo, todo anda de forma regular, hasta que pasa un bus cerca mio y me
atrae hacia el, tengo que pedalear con mas rapidez, siempre mas, para zafarme,
y luego siendo mi corazón vivo de nuevo, palpitando al mismo tiempo que los
estímulos que estoy recibiendo. Los ruidos de los automóviles, las luces, el
viento natural, y artificial, y estar enfrentando a una de mis inseguridades.
Logro mantenerme en pie del todo en los pedales, y por una vez extraña, siento
el deseo de sonreir, y lo hago. De pronto, vuelven miles de pensamientos de
antaño que me corroían y que llenaron todos los amaneceres con amargo
desinterés y pesadez, pensamientos que se han vuelto ligeros, pero que aun no
logro enfrentar, este es el comienzo.
Pasa un camion enorme frente a nosotros dando un bocinazo
que me deja desorientada, y que hace que Gaspar baje la velocidad.
-¿Estás bien?- parece preocupado de verdad
-Si, si- muevo rapidamente la cabeza de un lado al otro-
pero me he quedado sorda, tendrás que hablarme por el otro oido.
-Bueno, me complica moverme al otro lado acá – y ríe- pero
puedo tararear musica clásica aun.
-No- rio, pero me niego. Hay que negarse siempre. –salgamos
de esta mierda ahora.
- Bien, al primer desvío a la izquierda, cruzamos entre
todos los vehículos, y salimos, si? Debes ser rápida.- me mira, y nota que sigo
mareada.- ¿podrás? ¿O tendré que llevarte yo?
-De que estas hablando, a mi no me lleva nadie a ningun puto
sitio. Aunque deba parar el puto transito, voy a llegar sola.- miro fijamente
hacia el frente, ignorándolo, hasta que finalmente, el tambien voltea al
frente.
A lo lejos, aparece una flecha con dirección a la izquierda,
que da a una calle con hoteles, y a lo lejos se aprecia un cerro, y Gaspar hace
un movimiento de “vamos” con la cabeza. Entorno los ojos, como si no supiera
que por ahí tenemos que salir, asi que acelero, y comienzo a girar sin su
previo aviso. No necesito su aviso. Escucho como me grita y luego anda tras mis
pasos, y a los autos tocando las bocinas, desorientandome. Para joderlos,
reduzco la velocidad, obligándoles a tener que elegir, entre atropellarme, o
frenar. Y para mi buena fortuna, el ser humano actualmente mantiene esa idea
moral de que dañar a alguien para lograr un bien propio es algo sumamente malo,
se pueden ir al infierno. Infierno a la mierda, solo se preocupan del daño
físico, y de evitarlo. Pero se están abandonando. De pronto, mientras voy
apenas pedaleando, siento la imperante necesidad de escribir. Vuelvo a tierra y
veo a Gaspar desde la acera, con los ojos abiertísimos mirandome, ansioso. Voy
tan lento que me decido por bajar de la bicicleta y caminar, y recojo una
piedra que está entre la calle y la acera. Pasa un auto tocando de manera
bestial la bocina, y alcanzo a divisar al tipo furioso. Él hubiese querido
matarme, pero no lo hizo. Cuando vuelvo en mi, me veo tirando la piedra
directamente hacia su auto, y escuchando como quiebra el cristal, prero el tipo
tarda en frenar.
Miro como niña pequeña a gaspar, alegre, y mientras monto la
bicicleta le digo – vamos, demuestra cuan rapido eres.
Echamos a andar y nos perdemos entre las calles de este
lugar tan extraño y novedoso. Es un barrio que invoca a ser bohemio, a
reflexionar. Los faroles, la arquitectura, es algo digno hasta de estudiar. De
pronto, Gaspar deja la bicicleta, y se apoya en una pared. Imito su gesto, para
saber que le pasa.
-Has hecho dos cosas sumamente temerarias e irresponsables
en la carretera.- mueve la cabeza, pero con una pequeña sonrisa.- ¿Qué vamos a
hacer? Eres un tanto impulsiva, incluso, sin bicicleta logras atropellar.
-No entiendo que pasa. Antes, me criticabas que era
insegura, que me habia encerrado, que me habia acomodado a las facilidades con
Alex, y ahora que estoy intentando ser realmente yo, creo, me dices que no se
puede. No se puede nada, ¿Por qué no se puede? ¿Qué es lo que no se puede? – le
doy una patada a la bicicleta, y escupo lo que ya venía reflexionando.- Correcto es evitar, correcto es trabajar,
correcto es tener desinteres hacia el sufrimiento, correcto es ser frivolo,
susurrar por caridad, trabajar por nada, vendernos a nosotros mismos. Correcto
es mantenerse dentro de los limites de lo que se espera, y la cotidianidad.
Pero donde esta el otro eje del espejo? ¿Dónde estan los alaridos bramando por
la liberacion? ¿Cómo se puede realmente aspirar a desplegar las alas sentados
desde un silloncito en oferta? No me vengas con imbecilidades, Gaspar. Vamos a
buscar un antro donde emborracharnos y un sitio que ocuparnos.
Echo a andar, furibunda. ¿Cómo alguien tan inteligente,
puede ser a veces tan estupido y corrosivo?... ¿soy así yo? Mientras ando,
empiezo a notar que tras mi arrebato, me falta algo…
-¿La bicileta?- y aparece al lado mio, con su bicicleta, y
con la mía. – Apoyo tu mocio, pero creo que sería mejor primero encontrar el
lugar y luego embriagarnos, a menos que sepas manejarte para ocuparte un sitio
estando borracha.
-Te pedire de forma cortés que guardes silencio hasta que
nos ubiquemos en alguna parte, o te aforraré un puñetazo, te lo juro que lo
haré.- Lo miro, y su boca se vuelve una delgada linea. Asiente, y sigue
caminando.
Luego de entrar a un lugar y ver que habia un perro
custodiando, descubrí que ya no me llevo con ellos. Saltamos a toda prisa, pero
ha alcanzado a darme un mordisco en la pantorrilla. La puta madre, la sangre
comienza a fluir como si estuviese siendo empujada con fuerza. Una vez fuera, no
logro sentir dolor por la emocion y euforia de la situación. Gaspar me mira, y
echamos a reir. Saca una venda de su bolso y me la tira.
-No queremos que dejes un camino de sangre, el perro puede
seguirnos.- y se vuelve a reír.
Me presiono el vendaje con la fuerza que puedo, y sigo
caminando. A las pocas cuadras dejo de sentir el pie, y me vuelvo realmente
torpe al andar. Que ganas de sacarme cortarlo con un puto serrucho. Desde que vi a Alex postrado y adormilado,
todo vuelve a ser nuevo, me siento como conociendo el universo entero, y
ansiando comprenderlo todo. No soy capaz de asimilar la fuerza de este cambio
aún, porque soy incapaz de concentrarme del todo, todo es demasiado llamativo,
todo es demasiado destruíble, todo es demasiado cuestionable. Menos mi puta
cojera. No noto aún el punzante dolor tras los colmillos de ese maldito animal,
pero si noto como se me está complicando dar bien los pasos, y correr, y
brincar. Seguimos caminando y nos adentramos más por el barrio, hasta llegar a
una calle con casas oscuras y aparentemente deshabitadas. Tanto Gaspar como yo
nos paramos frente a un lugar que parece abandoado. Miramos detenidamente, y
no, no hay perros a la vista. En un abrir y cerrar de ojos, gaspar salta la
reja y camina hacia el recinto. Me apresuro en tomar un bolso de la bicicleta y
seguirle, con u poco de escandalo al saltar la reja.
-La idea es ser precavidos- me dice susurrando, y me
molesto.
- TRATA DE SUBIR EN SILECIO CON UN PUTO PIE HERIDO. Por la mierda,
Gaspar, se supone que eres inteligente. ¿Intentas provocarme?- le tiro el bolso
y sigo andando.- Saca una linterna.
Alumbra, y logramos ver el portón de entrada. Lo abre, y cae
pintura seca del mismo, y suena a oxidación. Adentro, hay un par de sillones,
una televisión antigua, y una mesa de centro, con un hacha clavada. Hay un
pequeño balcón con una escalera de madera. Está totalmente abandonado, el polvo
en suspensión es la constate de aquel lugar deshabitado.
-¿Aún tienes ganas de ir a beber algo, Daire? Yo, la verdad,
estoy un tanto cansado, y este parece un buen refugio.
-Lo es, si. Y no, no quiero beber nada.
¿Te duele el pie?
-Tu que crees?
-Entonces – se acerca a los sillones y les da unos golpes a
los cojines para librar tanto polvo- descansemos por hoy, y mañana ya veremos.
Se recuesta, y me hace una señal para que haga lo mismo. Tomo
el hacha y rompo la televisión.
-No combina con el lugar- le digo, intentado excusarme
mientras sigo con los hachazos, y pese a la tenue luz de la linterna, noto una
sonrisa, y que se pone en pie.
-Iré a entrar las bicicletas. No es buena idea dejarlas a la
deriva.
-¿Cómo…- antes de acabar, veo que de su abrigo saca una
cortadora de pernos. Claro, la reja tiene una cadena.- Ah… entiendo.
Sale a entrarlas, y aprovecho de subir al balcon para
inspeccionar. Hay un par de cojines roñosos, y una ventana con vista a la
ciudad. Prendo un porro, mientras vuelvo a mis reflexiones usuales, pero con
esta nueva perspectiva. Estoy naciendo de nuevo, y cada respiración es el
combustible de todas las inseguridades que me encerraban, y que rapidamente se
vuelven cenizas. Estoy desbocada, desbocada y cayendo en el sueño.
Despierto, y veo a Gaspar alistándose para salir.
.¿Donde vas?- pregunto, incorporándome.
-A la antigua guarida. Necesito controlar el estado de Alex,
y de paso buscar unos cuantos apósitos para tu herida.
-Bien, iré contigo.- bajo rápidamente la escalera y estoy
junto a el.
-¿Crees que vas a poder pedalear hasta allá?
-¿Estás acaso poniendome en duda? Gaspar…- y me acerco a él
hasta rozar los límites de la intimidad.- como sigas con esos comentarios, yo
no voy a respionder en lo que haga, ¿comprendido?
-Me mira, intentando descifrarme, y luego cede- Por
supuesto, vamos.
Cuando llegamos, estoy con un dolor rozando el delirio, pero
no importa. Lo he hecho. No necesito a nadie. Entramos en silencio, y la
primera en recibirnos es Leonore, por supuesto. En cuanto ve a Gaspar se
ruboriza, y aprovecho la situación.
-Cuanto rubor, Leonore, ¿tanto nos has extrañado? Porque no
hace mucho calor que digamos.- Le toco la frente.- Pero tu estás que ardes,
¿tendrás fiebre?- me mira con cara de pocos amigos y se libra de mi brazo con
un manotazo.
-Vamos, Alex sigue en la misma condición, Gaspar.
Gaspar no dice nada, y se mantiene inalterable, antes de
caminar hacia la sala blanca. El lord psiquiatra. Había olvidado que era
psiquiatra, y que le había pedido ayuda… que mas va, ya no le necesito tampoco.
Entramos a ver a Alex, y dentro de la sala, todo me parece inexistente,
incluso, pareciera que el tiempo se detiene en este sitio, y no comprendo bien
porqué. Escucho, como si estuviese lejos de mi, a Gaspar diciendo “administrale
8 mg diarios de Risperidona en dosis de 2 mg”. Lejos, demasiado lejos. De
pronto, se me apagan todas las luces, y se enciende un solo foco, en el que veo
a un guardia sin rostro junto a Alex. El mismo guardia que solía ver. No puede
ser. Intento moverme, y no puedo, intento gritar, y mi voz no emerge. Abro la
boca y solo sale humo, como si me estuviese consumiendo. Soy una espectadora
sin cuerpo, soy una mente observando, y comienzo a dudar. ¿Dónde se van mis
pensamientos? ¿Dónde está el hilo de cohesión? Oh… mis pensamientos se están
desintegrando.
Reacciono, y estoy en la sala de espera, con menos dolor en
el pie, y con los brazos ardiendome, y las mejillas tambien. Junto a mí está
Leonore.
-¿Qué ha pasado?
-Leonore me mira, entre horrorizada y aliviada-¿Daire?
-¿Quién mas se supone que voy a ser?
-Tuviste una crisis, querida… no respondías, hablabas una
montonera de cosas sin cohesión la una de la otra, y tratabamos de frenarte,
pero estabas absorta, no sabemos en qué.
-me levanto las mangas del chaleco y veo montones de cortes.
Respiro.- ¿y tampoco pudieron frenarme de esto?
-Nos amenazaste…
-Supongo que en las mejillas no tendré cortes, ¿o si?
-Ahí te rasguñaste.
-Bien. ¿Dónde está Gaspar? Quiero irme.
-Buscando provisiones.
Aparece Gaspar con dos maletas gigantes, y cuando me mira, instantáneamente
sabe que volví en mí.
-Al fin… ahora si podremos irnos. Leonore, ya sabes la
dirección, cuando lo desees, puedes ir a buscar tu auto.
-¿Estás seguro de que Daire está en condiciones de seguir? Ya
viste lo que paso hoy…
-Deja que yo decida eso. Daire, vámonos.
Me siento como un objeto en disputa, y también me molesta
eso. Volteo hacia Leonore y le digo al oído “espero vomitar en tu auto”. Le
sonrío, y sigo a Gaspar.
Mientras va manejando, descubro que en realidad no se que
tienen las maletas. Y odio no saber. Así que decido mirarle con odio hasta que
se de cuenta, y cuando se da cuenta me mira de reojo un par de veces.
-¿Qué pasa?
-¿Qué hay en las maletas?
-Pues… provisiones, claro.
-No juegues conmigo, ya se que hay provisiones, pero tantas?
“hay que ser precavidos”- le imito de la forma más burlesca posible.
- Unos informes de mi trabajo, ropa, tuya y mía, alimentos
no perecibles, agua, algunos artículos de primeros auxilios. Eso en una maleta
-Ya. ¿y en la otra?
-Explosivos.- y gira con calma en el desvío de la autopista.
-Concéntrate, Daire, vinimos acá a trabajar, no?
- Lo tengo más que claro, ya te dije… dentente-con-los-desafíos.
-Entonces trabajemos, te daré el gusto de otorgarte la
primera misión. Esta maleta es tuya.- y la deja sobre la mesa, junto al hacha.
-¿Me vas a entregar un puñado de explosivos así como así?
-Si, creía que podías con todo, y no necesitabas a nadie. Entonces,
adelante. No es tan difícil, ya has visto como ha ido mi misión con el Banco. Hay
que plantearse un objetivo, buscar la primera parte de la cadena causal, ser
precavidos, atreverse, y saber actuar.
Guardo silencio un instante, ya que de ser por mí, pondría
explosivos en cada edificio de la ciudad sin discriminar a ninguno, para no
hacerles sentirse tan mal, pero hay que ser selectivo a veces. – Hay que hacer
volar las sedes de los partidos políticos. Todas. Motivos… de sobra.
-Pues así será. Llamaré a Sid para que nos ayude con la
parte logística.- Se para, y se apresura a irse.
-Espera. ¿No me dirás nada por lo ocurrido hoy en la
guarida?
-No es momento. Primero lo primero. Y se va.
Me quedo yo en la habitación, con la maleta de explosivos,
el hacha, y la sensación de estar cerca de volver a abstraerme al punto del
delirio. Cierro los ojos, intento concentrarme en la sensación de bienestar… yo
soy capaz, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo
-El miedo no es malo.- abro los ojos de golpe, y la veo a
Ella, sentada frente a mí, mirando al piso, adonde pertenece.- no es malo si
aparece cuando corresponde. Es una defensa natural del organismo, y la voluntad
decide, si huir o luchar.
Cierro con fuerza los ojos. Ella no está aquí. Me sacudo
hasta el cerebro para desaparecer esto.
Huir o luchar.
¿No son todos los días esto? ¿No es que se ha perdido el
miedo a lo desconocido por la comodidad y la satisfacción de repetir todos los
dias lo mismo? Como un mantra sagrado, apegarse al reloj, a la rutina, al
trabajo, al estudio, a la vida. Huir o luchar. Todos están luchando por huir,
pero de huir para luchar, nadie, jamás.
Desde el piso montones de seres angustiados, cansados, se
lamentan y se retuercen en su propia anhedonia de lo que han hecho de si
mismos. De mirar a las estrellas, no.
Y desde nuestras propias tumbas, nos levantamos, para huir,
por luchar.
Vuelvo en mí, y ya se perfectamente hacia donde tengo que
ir.
3 comentarios:
De fábula!, no hay parte de esta lectura que no me sumerja.
y se aproxima el final de este capitulo. A ver si en el siguiente se logra mantener ese sumergimiento tan surrealista que he tratado de alimentar ñ_ñ
Entrar en este mundo es terrible bueno, uno se pone a pensar, como si fuera parte de la historia, cambiando al mentalidad a la de los personajes.
Publicar un comentario