El día de hoy, no pondré titulo a este escrito. No por que me falten las ideas o quiera darle un tinte especial, quizás simplemente no lo merece y ya esta, o quizás simplemente no creo que las cosas puedan realmente tener un titulo.
El día de hoy, no creare personajes, ni relatare posibles situaciones, el día de hoy, quiero simplemente conversar. Conversar con algún posible lector, con mi ansiedad, con mis miedos, con mi aparente realidad, y quizás con la realidad de algún otro de por ahí. No tengo la intención de hacer de esto una exposición o un ensayo, no quiero limitarme ni centrarme, quiero simplemente hacer lo que hacen un par de amigos que comparten una botella de vino y un par de cigarros, simplemente eso.
Siempre me he preguntado como es que, en medio de todo este huracán de palabras, sabores, recuerdos y cuanta cosa mas, podemos seguir ahí, estando. ¿Cual es el combustible que enciende nuestra vida?
Estamos en constante movimiento, por mas estáticos que pareciese que estemos, nos movemos de un lado a otro. Forzosamente, buscamos combustible de un lado u otro, casi desesperadamente, siempre caoticamente. Nos aferramos a lo que sea, nos agarramos de lo que se pueda para que todo el movimiento tenga algún sentido, para no asumir la triste verdad de lo banal que puede llegar a ser la existencia. Muchas veces no hayamos combustible, pero a pesar de ello no nos detenemos, pareciese que nos moviésemos por que nos chocan, o por simple inercia.
Hoy, a mi corta edad, me veo como un anciano, como un viejo contemplando a su alrededor y percatándose de cuan veloz ha sido todo, cuestionándose cuanta diferencia hay entre estar ahí y no haber nacido jamas.
Nada de trágico hay en ello, realmente lo banal que es todo, nos redime de cualquier cosa que hayamos hecho o no, la vida esta mas que lejos de tomar el color de una tragedia.
Pero realmente ¿Que puedo saber yo? No soy mas que una bola de acero chocando constantemente contra el mundo. Realmente, no hay nada que tomarse tan enserio. Lo dejo ahí supongo.
Y que me parta un rayo si llego a sentir aunque sea el dejo mas leve de arrepentimiento! Me enorgullezco de tocar el cielo, pero mas aun, de ser capaz de besar la acera apasionadamente. Dentro de lo efímero que soy, que puede ser mas efímero que vivir con el sol en las manos, en las alturas abrazado al triunfo, amigos míos, eso si es un completo fiasco. Los grandes manjares solo tienen valor por que el resto de la comida sabe a mierdas. Pero bueno, todo esto suena ya a cliché. Personalmente, tengo un cariño especial con las aceras, con el barro. Su sabor poco a poco, empieza a saberme mas profundo, mas sincero. He dejado el juicio innecesario quizás, he aprendido a volverme un loco amante de todo aquello que se mira con cuidado, con desprecio o con miedo.
Otra cosa. Eso es algo que no puedo evitar echar de menos. Perderme en una sonrisa, bañarme en un par de ojos, quemarme con manos delicadas. El instante en que a lo lejos se divisa esa mirada familiar, ese saludo que dice mucho mas que un "hola" sin hacer el menor ruido y sin que nadie se de cuenta, a veces, ni siquiera nosotros mismos. Esos instantes en que no se esta muy seguro de que decir, y nuevamente las miradas chocan, conversan, a veces nerviosas, otras veces valerosas, firmes y seguras se plantan y hacen que las bocas simplemente guarden silencio. Milésimas de segundo, o quizás hasta minutos, de la forma que sea, siempre perfectos instantes, que dicen mas que horas y horas de palabrerías. Como me gustaba decir mucho tiempo atrás "aquella rutina que realmente no aburre ni cansa".
Pero suele pasar que cuando empiezas a bailar mucho contigo, te acostumbras y luego de un tiempo, a la hora de elegir pareja para el baile quien asoma primero es uno mismo. Pareciese que de verdad, debe asomarse un verdadero milagro de manos delicadas, sonrisas bailarinas y ojos caleidoscopicos, para que dejase mi voluntaria pareja de baile. Y no es que de vez en cuando no baile con nadie mas, es que nadie ha podido volver a querer hacerme escoger otra cosa. Soy un hueso duro de roer y un perro con ansiedades hasta el cogote. Estoy lejos de ser autosuficiente, pero al menos no me muero de hambre.
Estuve pensando también, que realmente estamos equivocados, no existen verdaderamente los inicios ni los finales en nada. Lo explicaría, pero las fuerzas se me acaban, sera tema para otro día.
Se despide: Prometeo, Stefano, como sea...
2 comentarios:
Jajajaja, lo que es cliché es darse cuenta de que es cierto que todo da lo mismo.. menos una cosa: eso que todos queremos,la atención de alguien más.. será que la soledad nos tiene así, terriblemente enfermos de la cabeza? la frustración de no encontrar a alguien que realmente entienda una mínima parte de nuestro extraño comportamiento?
Estaré esperando la explicación sobre los inicios y los finales. Mientras tanto, les recomiendo que escuchen una banda que se llama Faun, la estoy escuchando ahora y debo decir que esos sonidos me tienen locamente enamorada. Adiós.
PD: es interesante el narcisismo, en especial para nosotros los incomprendidos.. jajajajaj
joder.. que al final todo termina cansando. Incluso a veces consigues zafarte de la rutina y no es lo que esperabas y vuelves a lo mismo de pensar seriamente por que estamos acá, porqué nos movemos, porque pareciera que tuviesemos grabado en el cerebro como debemos vivir, respirar, y tantas cosas mas... creo simplemente que necesitamos del resto porque su atencion nos da existencia.. El cuidadano Kane puede corroborarlo...
nada tiene principio ni fin... creo saber porque.
Publicar un comentario