Sangrienta Malvenida ha llegado a el inframundo y de una patada ha abierto el Tartaro, liberando toda clase de escupitajos de sinceridad, disparates encerrados por una eternidad, luces y sombras de historias contadas que jamas fueron oídas. Sangrienta Malvenida le ha dado una oportunidad a toda ese mundo encerrado entre Occipital y Frontal, Parietal y Temporal. Ese mundo caótico deseoso de adquirir vida propia, acaba de hallar una nueva oportunidad. Sangrienta Malvenida no sabe que lo ha hecho, pero lo ha hecho.

Aquí empieza la función!

Piel roja y piel azul.

miércoles, 13 de junio de 2012

Este cuento tiene alrededor de dos meses de antigüedad, aprovecho de subirlo en este momento de quietud en el blog.

Por: Prometeo


No tenia nada que hacer. Estábamos todos sentados en el banco de una plaza cualquiera, aburridos, como esperando a que el día nos trajese una historia cualquiera para matar el tiempo. Era una bonita tarde, no muy lejos del mediodía, no hacia demasiado calor y un par de nubes se paseaban tranquilas mirando el pueblo desde las alturas. Mis amigos reían, discutían de vez en cuando un par de cuestiones que para mi no tenían ninguna relevancia.
Me sentí totalmente ajena, pero era mejor estar en compañía que irme a casa, nunca se sabe que pasaría, que cosa podría traer el día. Era posible que por accidente, una mágica historia se urdiera y me quitase del cuerpo esta desazón sin causa, este desencanto cansado y molesto.
De pronto, a lo lejos, divisamos a una persona con un sombrero de copa alto, vestido de traje, y mientras caminaba jugaba delicadamente con un bastón negro, muy elegante. Tenia la piel verde, sus manos y su rostro lo evidenciaban, ya que el resto lo cubría un blanco y negro estiloso de su traje. Su sonrisa parecía tener ojos, buscaba y buscaba entre todos los lugares algún objetivo en que entretenerse, alguna dama para ponerse a jugar a seducir.
Cuando estuvo mas cerca lo reconocimos fácilmente. Era un viejo amigo. Parecía que la espera nos había traído como fruto este encuentro tan próximo a suceder.
Aquel hombre nos dedico amplias sonrisas a cada uno de nosotros, y un par de abrazos a mi y otra chica del grupo, por el hecho de ser mujeres. Luego de unos minutos entre cruces de palabras, en los que no participe, evidencio nuestra espera y nos realizo la oferta de partir hacia su casa.
La oferta no me parecía demasiado atractiva, pero accedí, a fin de cuentas, con el conjunto del grupo. A lo mejor en ese lugar se escondía aquel suceso que tanto necesitaba para salir de este agobio que forzaba una desganada desconeccion.
Caminamos un pequeño tramo, yo, como estaba cansada, decidí cerrar los ojos para descansar mientras seguíamos este paso, no tenia muchas ganas de mirar nada.
Así, abrí los ojos cuando ya habíamos llegado. Su casa estaba situada sobre un monte de los alrededores del pueblo. No había rejas para el jardín, parecía que su casa era el monte completo. Debo confesar que el lugar me pareció increíblemente adorable, pero no lo suficiente como para borrar esta fatiga.
La casa, era de madera y parecía muy pequeña y descuidad, algunas tablas estaban sueltas o rotas, otras tantas estaban totalmente teñidas de verde por un moho que parecía hierba. Era bellísima.
Cuando entramos, observamos que la casa era engañosa, ya que era tremendamente amplia y tenia las habitaciones espaciosas, era tremendamente acogedora, pero por algún extraño motivo, hacia frío. El ambiente del patio era infinitamente mas cálido. No era un frío cualquiera, era un frío de esos que molestan, pero puedes soportarlo en la piel. Mas su efecto mas devastador era en los intestinos y en el corazón. No solo tenia frío, sino que me sentí mas angustiada de lo que ya estaba.
Una vez acabamos la observación de la sala inicial, cada uno pareció desparramarse a través de las habitaciones. Algunos entraban y salían de todas las habitaciones, como para comprobar si estas seguían ahí. Otros tantos brincaban y caminaban en círculos y el ultimo, se quedo embobado contemplando la puerta de madera del baño.
Yo, menos energética, me senté en un rincón de la habitación y encendí un cigarro, como para matar el tiempo, o para ver si la combinación me traía un poco de ese alivio que tanto buscaba. Mas no conseguí nada, y me sentía casi de la misma forma al fumar que no fumar. Obviamente a pesar de esto, seguí fumando, pues era mejor que no hacer nada.
Tuve un par de ganas de llorar, a pesar de que no tenia motivos, me sentía tan hastiada que aveces teniendo los ojos abiertos no veía nada, salvo esta angustia y el cigarro.
Como no logre llorar, caí nuevamente en la sala y pude apreciar que solo estaba mi amigo que miraba aun la puerta del baño, con la boca abierta, dejando una dulce torre de baba salir de su boca. Le pregunte donde habían ido todos, pero no me contesto. Me levante del piso y decidí salir al patio, escapar de esta tramposa casa que gusta tanto de enfriar los intestinos y el corazón.
Cuando salí, el calor del sol fue una caricia hermosa, me sentí enamorada tanto del sol, como del día. Al abrir los ojos vi que estaba todo el grupo ahí. Algunos, sentados en el pasto, otros tantos, jugando con un par de piedras y corriendo alrededor de la casa.
Camine mirando desde las alturas el pequeño pueblo y sin saber que hacer, me voltee y mire al grupo que estaba sentado. Reían. Pero entre ellos, había llegado alguien mas. Lo vi, era un hombre de piel azul. Su sonrisa era como un batallón peleando con un ejercito inmenso, como una especie de mueca suicida ante el mundo, desafiante y valiente. Pensé que en realidad no sonreía como el hombre de piel verde, para engatusar y jugar, el sonreía para si, como convirtiéndose a si mismo en una promesa y una esperanza. En su mano derecha, un cigarro repetía un par de pasos de baile entre tanto caminaba de una altura cercana al césped, hasta lo alto de su boca.
Me senté junto a el y encendí un cigarrillo ¿Que mas iba quedar para un día como este, salvo fumar y estar?
Así fue como me la encontré a ella. De un segundo a otro, salio de la casa, miro hacia el pueblo y me miro. No vi cuando me miro, pero se que me miro. Tenia la piel roja y a pesar de estar triste, como mostraba su rostro, no podía evitar en esos fugaces instantes alegres dejar escapar una sonrisa corta, pero no por eso menos hermosa. Llegue a pensar que ni siquiera se daba cuenta de este hecho. Por alguna razon, cuando ha mirado, ha sonreído, a pesar de que no la vi, lo se. Y se sento a mi lado, encendio un cigarrillo y se quedo ahí, fumando, estando y mirandome, mas atentamente aun cuando levantaba la voz para sacarme de adentro un par de palabras nauseabundas que golpeaban mi pecho, apretándome por dentro si no las dejaba salir. No entendía muy bien por que no podia hacer otra cosa que mirarla y fumar, ademas de estar. No entendia por que su presencia se me hacia tan asombrosa. Debo confesar que muy profundamente dentro de mi, la deseaba, sin tener motivo alguno.
Me desea, lo puedo ver en sus ojos. En sus ojos no se me escapa nada de el, sus ojos gritaban su interior a cada instante. Me gustaba mucho que me deseara por que, a diferencia del hombre de piel verde, su deseo era un deseo viajero, asombroso, danzante y no únicamente maligno. Por mi parte, el me distraia, su deseo me tomaba por dentro y me llevaba a bailaren esa nube que estaba sobre nosotros. Su deseo era una constante invitación a bailar, a sonreir a querer, y no quererlo a el, no era asi de burdo, si no que la invitacion a querer, iba dirigida a querer la vida. Eso es lo que tanto me gustaba de el, y en un día tan angustioso, asomaba como el pasatiempo perfecto, y únicamente en ese marco, supe que lo ame. Mas bien sabia que estos días no eran habituales y que, esta maravillosa distraccion no la tomaria para el constante de mis dias, pues en los días que no eran como este, tenia todos los corazones que podria querer. Este pequeño rincon podía regalarselo sin culpa alguna.
Conversamos largo rato con los ojos, las palabras ensuciarían todo este puente que me esforzaba por construir hacia ella. Ella sabia cuanto la deseaba, con sus ojos me lo decia, y con elos mismos se reia risueña. Sonreímos, nos miramos y fumamos, de vez en cuando liberabamos una carcajada al unisono, sin siquiera necesitar de algún pequeño chiste previo. Queriamos soñar, queriamos bailar, queriamos volar, queriamos vivir. Mas, yo era el único que queria una muestra del deseo de ella, que parecia no llegar. Mas no me resigne y seguí disfrutando de este instante tan alegre.
Luego de un rato, el hombre de piel azul y yo nos levantamos y comenzamos a saltar y silbar juntos, mirando las mariposas y jugando a convertir el piso en lava. Sonreímos. Sabia que el quería invitarme a subir sobre la casa del hombre de piel verde, me tomaría de la mano y saldríamos volando para recorrer el mundo entero. Me encantaba la idea, pero solo como idea, pues recordé que esto no era mas que un maravilloso pasatiempo, y no se vive toda la vida de pasatiempos, o al menos, eso creo. Sonriente, recordé a uno de los corazones que hoy no había visitado por lo angustioso del clima dentro de mi, deje de mirarlo a los ojos y saque de mi bolsillo un redondo reloj de cuerda, dorado. Y fue así como paso lo inesperado.

En cuanto mire ese reloj, en su mirada, sentí que algo se había quebrado por dentro, lo note, aunque no vi sus ojos en ese instante. De pronto, una carreta a toda velocidad llego volando desde lo alto. Era de color gris y era bastante rustica. Los caballos no tenían cabeza y en su pecho se podían ver todos sus huesos y un corazón con una incisión que hacia que brotara sangre a chorros, a cada paso que daba. En la parte de atrás de la carreta había numerosos jarrones, grises también, que se tambaleaban de un lado a otro. Uno de ellos se cayo y pude ver que estos estaban todos repletos de lagrimas cuidadosamente almacenadas pero muy poco protegidas.
Quien manejaba la carreta era una mujer de piel roja que miraba distraída hacia un lugar lejano. Como iba distraída, no se dio cuenta que el hombre de piel azul estaba en medio de su camino y en una horrible escena, la carreta le paso por encima. Estaba consternada.
Me acerque corriendo y antes de gritar por socorro para el hombre de piel azul, mire alrededor. Nadie se había dado cuenta siquiera de lo que había ocurrido.
El hombre de piel azul, yacía en el piso, con la mitad de la cabeza cercenada y su brazo izquierdo despegado del tronco. De sus venas brotaban a chorros lagrimas que al llegar al ambiente se evaporaban inmediatamente. Solo quedaba, en la mitad de rostro que había, ese esbozo de sonrisas, de sueños, ganas y deseos que quiso entregarme.
El grupo se levanto y paso junto al cuerpo sin decir palabra. Solo yo había notado lo que había pasado. Me sentí horrendamente triste y quise llorar, me acosté junto a su cuerpo y deje que las lagrimas corrieran. La mitad de mi cuerpo se hundió en la tierra, fundido quizás por lo blanda que la dejaba mi pena. Mi cabello se fue confundiendo con la hierba, y la tierra pensó que mis saladas lagrimas no eran otra cosa que lluvia. Y así, estuve días, semanas, esperando a que llegase la autoridad local a investigar el crimen. Su cuerpo fue poco a poco confundiéndose con la tierra y el pasto, y en ciertos momentos eran mas notorias las huellas de las ruedas del carruaje que el mismo cuerpo muerto.
Pero la autoridad local jamas llego, nadie jamas vino a reclamar este crimen y solo quedaba un fantasma en mi cabeza de aquel deseo. Me sentí consternada, devorada, hundida, no solo por la muerte de mi mas maravilloso pasatiempo, sino que, por que nadie ha venido a reclamarme y culparme por este asesinato involuntario que cometí. La culpa me carcomía, y mas aun, me carcomía el no poder aunque sea, ser juzgada y castigada por este crimen.
Y jamas llego castigo, ni siquiera una recriminación. Poco a poco fui aprendiendo a vivir con esta culpa, con este asesinato de mi parte, y luego de repetirme una y otra vez que al menos, solo era un maravilloso pasatiempo y no una vida, me levante y me fui, volviendo a esos días que no eran como el día en que lo conocí. Así, retorne a mis corazones mas pegados y olvide la sangre que había sido derramada por mi descuido. Así, la culpa se escondió en un rincón oscuro dentro de mi, y luego de otro tiempo, acabo confundiéndose y perdiéndose con ese sombrío rincón.

1 comentarios:

Jok vön KA dijo...

Vaya... realmente diferente. Esto parece ser mucho mas de lo que la vida nos puede dar, como si alguna especie de magia hubiera metido en tu mente tal historia... como si tal vez existiera.

Publicar un comentario

Concierto de Tripas.


MusicPlaylistView Profile
Create a playlist at MixPod.com